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Moral- El arte de vivir

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Diálogo con el sacerdote Juan Luis Lorda.

8 de?.

Néstor: ¿Es la inteligencia la que indica que el hombre no es un ser solitario?

Lorda: La inteligencia descubre que no estamos solos en el mundo, que hay otros seres además de nosotros. Y nos permite ponernos en la situación de los otros seres y caer en la cuenta de que también tienen necesidades como nosotros. Es una comparación elemental e inevitable. El objeto que mejor conocemos en el mundo somos nosotros mismos. Es lo primero que conocemos y lo que mejor conocemos. Por eso, utilizamos nuestra experiencia para entender a las demás cosas y la comprendemos desde nuestra experiencia personal. Entonces, por un razonamiento elemental, que surge en cuanto tenemos uso de razón, deducimos que lo que es bueno para nosotros debe ser bueno para las demás cosas y al contrario, que lo que es malo para nosotros debe ser malo para lo demás.

Néstor: ¿Oir las voces de los demás, es lo que distingue nuestra forma de actuar?

Lorda: Los animales, que no tienen inteligencia, solo sienten la voz de los instintos, pero los hombres oímos también las voces de los seres que nos rodean. Esto distingue nuestra conducta del comportamiento animal: Es propio del hombre sentirse obligado por esas voces. Precisamente porque estamos dotados de inteligencia, las oímos. La inteligencia rompe el cerco de la psicología instintiva. Por la misma razón por la que llegamos a conocer como son las cosas, nos sentimos obligados a tratarlas con respeto. Descubrimos que no existen solo en relación a nuestras necesidades, sino que existen en sí mismo y tienen también necesidades.

El hombre se siente obligado por las cosas que le rodean aunque esto no le sirva para nada. El mundo es así. Un hombre normal no puede comer tranquilo, mientras tiene al lado a otro hombre hambriento; sabe lo que siente y lo que necesita; su presencia allí, al lado, le condiciona y le obliga. Quizá no le apetezca ayudarle, pero se siente obligado a compartir su comida. Es lo propio de un ser humano, y estaría embrutecido, no tendría sentimientos humanos, el que no le sucediera esto. La inteligencia educada abre también inmensamente el panorama de los deberes.

Hay obligaciones que se sienten espontáneamente, por ejemplo, la queja del hombre herido o incluso el lamento de un animal, nos obliga a ayudarlos. Otros muchos deberes los descubrimos a medida que ganamos en experiencia. Así llegamos a percibir, por ejemplo, que los hombres que nos rodean necesitan, además de comer, una palabra de aliento, una sonrisa o un rato de compañía. Nuestra experiencia razonada aumenta nuestra sensibilidad para los deberes, para caer en la cuenta de lo que se espera de nosotros.

La conducta humana está condicionada por bienes y deberes y hay que saberlos conjugar, porque a veces se limitan unos a otros. La moral es el arte de vivir bien, el arte de la conducta humana, es también el arte de conjugar bienes y deberes, de poner cada cosa en su sitio, de poner orden en los amores.

Continuaremos.-

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