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De mi bitácora: Pasando página a la historia de Confucio (II)

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Necesidad de alcanzar la propia perfección

“Para robustecer nuestro espíritu es imprescindible anular todas las inclinaciones maliciosas. Cuando el alma es convulsionada por la cólera, pierde toda fortaleza; cuando el alma se encoge por el miedo, pierde su firmeza, cuando el alma se embriaga por el goce, se debilita; cuando el alma queda aturdida por el sufrimiento, es incapaz de mantener el esfuerzo”.

Cuando nuestro espíritu se encuentra confundido por cualquier causa, miramos y nos vemos, escuchamos y no oímos, comemos y no paladeamos. Con todo lo anterior se explica que la fuerza de nuestro espíritu nada más que se logra a través de la distribución de todas las pasiones maliciosas.

Necesidad de ordenar la familia con nuestra perfección

Sólo lograremos perfeccionar a nuestra familia a través de nuestra propia perfección. Los hombres somos benevolentes al juzgar con parcialidad a padres y amigos, con lo que resultamos injustos: son también injustos aquellos que juzgan con maligna parcialidad a los que odian; y los que juzgan con parcialidad servil a los que respetan (…) En muy poca ocasiones los hombres ven los defectos de las personas a las que aman, y no suelen valorar con justicia las virtudes de aquellos a los que odian.

Esta verdad queda manifiesta en el proverbio:

“Los padres nunca admiten los pecados de los hijos, ni los labradores la fertilidad de sus tierras”.

Si lo anterior es cierto, quien no comienza por perfeccionarse a sí mismo, arrojando lejos de su corazón la totalidad de las pasiones malignas, se hallará incapacitado para establecer el orden en la familia.

Mientras haya una sola familia en la que predomine la bondad y el amor, estas virtudes podrán difundirse por todo el reino; una familia que practique la cortesía y el humanismo, será suficiente para que todo el pueblo adquiera amabilidad y humanismo: Sin embargo, cuando un único hombre, el príncipe, se muestra codicioso, la anarquía se extiende por su reino. Ésta es significado del proverbio: “Es suficiente una palabra para malograr un negocio, un solo hombre puede decidir la fortuna de todo un imperio”.

Concluyo con estos pensamientos del maestro Confucio:

“Con el conocimiento se supera la duda; con la bondad se doblega la pena; con el valor se vence el miedo”.

“Nunca debemos pensar en lo lejos que podemos encontrarnos con la virtud, para impedir que nos hunda el desaliento”.

Tse-Kung le preguntó cómo debía actuar con los amigos. El maestro le respondió: Háblales siempre con sinceridad e intenta llevarles por el camino recto. En el caso que no puedas comportarte de esta manera, será mejor que no tengas amigos; significarían para ti una deshonra.

Tse Lu le preguntó qué era lo más aconsejable para gobernar bien al pueblo. El maestro le respondió: “El príncipe debe ser el primero en dar ejemplo a todos con sus virtudes; que el príncipe marche delante del pueblo y lo aliente en todos los trabajos”.

El maestro Confucio dijo; Si un hombre virtuoso consiguiera educar al pueblo a lo largo de siete años, lograría volverlo hábil hasta en el arte militar: Organizar un ejército con gente no educada en el arte militar es llevarlo a una segura destrucción.

Consérvense bueno. Una alegría, amor, aceptación, bendición y agradecimiento totales. Estas son las cinco actitudes de Dios. El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.

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