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De mi bitácora: Escrita y mental

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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El juicio histórico de Odebrecht, soborno, me trae pensando y bien recuerdo el año 1953, cuando leía en la bitácora del ingeniero Félix Benítez R, en su villa Baggatelle, Cannes, Francia.

Ciertas lecturas las traducía del idioma francés y escribía en mi libreta de apuntes, otras los recuerdo gracias a las neuronas que aun no están totalmente oxidadas. Leyendo la historia de Roma, el soborno me llama la atención, sentí una degradación moral, dañina, tanto a lo personal como a la sociedad. Hoy entiendo la historia de Roma y la Dominicana tienen sus páginas parecidas y me animo a entregar algunos recuerdos y apuntes.

Un patricio romano indignado dijo: “si la clase media sirve para algo, es para trabajar y pagar impuestos con los que podamos sobornar a la plebe de Roma y tenerla contenta y dócil. Es cierto que los plebeyos de Roma son como animales, pero son muchos y necesitamos sus votos para alcanzar el poder que la clase media nos sirva hasta el final, porque los nuevos ciudadanos no piensan más que en el trabajo, la industria, el ahorro y otras preocupaciones vulgares por el estilo”.

El conocido tribuno muy amante de su patria Marco Livio Druso escribió: “Es difícil decir quiénes son peores, si los que sobornan a las masas o las masas que aceptan el soborno. Es cierto que el soborno corrompe, pero también es cierto que el que lo acepta es el mayor de los delincuentes. ¿Pero es que ha habido algún gobierno que no sea embustero y esclavizador, asesino, ladrón y opresor, enemigo de todos los hombres en su ambición de poder? El que acepta soborno buscando no tener que trabajar para atender los gastos de su casa tiene menos categoría que el perro, que al menos es leal y defiende a su amo. La plebe no se preocupa más que la barriga y el que adula a una plebe así debe pasar a la historia como más bajo que el más inferior de los esclavos, por muy ilustre que sea su apellido o por mucho crédito que le concedan los banqueros. Esta fue una carta a Craso.

Lucio Filepo le dijo al exigente Quinto Scaepio: “Cree que todos los hombres son dignos de respeto, hasta los de la clase media ¡y quizá hasta los plebeyos de Roma!”

Druso también dijo: “Muchas nacionales decayeron y se hundieron en el polvo por los mismos delitos que ahora se cometen en Roma; pero aún estamos a tiempo de salvar a Roma y apartarla del abismo”.
Amable lector, leemos esta carta… Craso a Scauro. “Aumentando los impuestos es como un gobierno cruel y mentiroso puede monopolizar todo el poder, porque entonces puede establecer un sistema de premios y castigos: premios para los que permitan la tiranía y castigo para los que se opongan”.

El abuelo de Marco Tulio Cicerón, en conversaciones le dijo: ¡Qué horrible es que hombres de la misma sangre tengan que odiarse y destruirse entre sí! Pues ¿No somos todos itálicos? Las guerras entre naciones son algo terrible, pero una guerra entre hermanos no puede ser perdonada por los hombres ni por Dios.

En Roma, los ricos y los patricios, que odiaban a todos los que fueron ellos, se obstinaron en su intransigencia y contra el poder del dinero y la corrupción no podrá hacerse nada. Se lamentaba el abuelo de Cicerón.

La abuela de Marco Tulio Cicerón, conversando con este le dijo: “Antiguamente nuestros hombres preferían la muerte al deshonor, pero eso ya pasó a la historia. Hoy en día si quieres sobrevivir has de comprometerte, cosa que no recomiendo. Si yo fuera hombre preferiría morir, pero soy una mujer casa y con hijos”.

Consérvese bueno.

El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.

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