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De mí bitácora: El encuentro con Epícteto, De esclavo a filósofo

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Don Félix Benítez me permitió traer al yate de su biblioteca en Villa Baggatelle, Cannes, Francia, 1953. El libro con las disertaciones que impartió el filósofo maestro que se sentía feliz viviendo como un pobre entre pobres. Como filósofo Estoico ve todo unido en el universo. Niega el aislamiento. Todo se vincula con todo. He leído dos veces el pensamiento Estoico: Dios el mundo y el hombre. He tomado estas notas: “El sufrimiento no es, pues un mal en si mismo, y solo aparece en la superficie de lo real. Piedra de toque de sabiduría, aquel es la prueba, en el doble sentido de esta palabra, por medio del cual se revela nuestra libertad o servidumbre con respecto a los falsos valores que la apariencia nos transmite. Placer físico, posesiones materiales, poder. Hay que apreciar que la débil tecnicidad de la medicina griega no le permitía corrientemente los dolores insoportables no podían durar mucho tiempo y que solo las enfermedades benignas podían hacer tener sufrimiento largo pero tolerable. El único mal auténtico es el mal moral, el que nosotros hacemos. Nada ni nadie puede hacerme daño; el único daño posible para mí es aquel que yo cometo cuando ejecuto una mala acción.

A la inversa, el placer y la riquezas no son bienes, sí no, tendríamos razón en perseguirlos. No obstante tampoco son males-ya hemos visto el estoico no se considera obligado a la pobreza-, son, pues, indiferentes. El mal es el apego a las riquezas y al placer. Sin embargo, el pórtico es lo bastante lúcido como para saber que si las riquezas, el placer, y el poder no son males en sí mismos, a menudos nos conducen al mal el inducir en nosotros el deseo de conservarlos o acrecentarlos, deseo que nos empuje a hacer el mal.

El problema de la libertad es particularmente delicado, y aparece en la historia de la Filosofía a partir de las discusiones al estoicismo. La omnipresencia del agente ordenador divino y el continuismo no dejan apenas sitio al azar. No existe vacío físico ni interminación que salven lo aleatorio. Si Dios ha previsto y organizado lo mejor, nada puede escapar de su voluntad. El mundo está organizado por la providencia divina.

A eso se añade la creencia en el destino. La concepción tradicional del destino, que aparece entre los trágicos, implica sólo que ciertos acontecimientos son ineluctables, no que todo esté determinado”.

Nuestro invitado de hoy. Gandhi: “Quién reflexiona a fondo comprueba que el cielo está aquí en la tierra, no arriba en el firmamento”. Consérvense bien.

El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana

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