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Meditabundo: Disfrutando mis 90 veranos

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Sigo con firmeza ante la presencia de las cosas, realmente comprendo que mi vida es un 10 % lo que me pasa y un 90 % de lo que interpreto de lo que me pasa. Esto lo palpo de diferente ángulo, pero sé que los hechos son los mismos. En realidad eso es lo que concibo. La fe soporta todo, resisto, resisto, esa es la fuerza vencedora de la vida. Resistir es amar.

La ancianidad, oxidación, es fragilidad, pero, si estas conforme con lo vivido se crece en la espiritualidad. Estamos reconciliados con nosotros mismos, con la vida que Dios nos guió.

Estar dando clases fue la cabeza rectora, es un gozo interior, es comprensión de que me he despedido del Ego. Esto es fácil para el anciano, es despojarse del ajetreo innecesario.

Comprender la presencia de la ley del desapego que surge cuando ya no somos de intereses, son los ciclos que vienen y van, lo reconocemos, aceptamos como la gracia de la edad de la aceptación. En nada decido, ni ser influyente, crea quietud. Ya el Ego no exige, no existe.

Alejarse de los afanes innecesarios y unirse más a Dios, es la gran libertad. Libre…algo superior se obtiene con dejar el Ego, es hacer justicia a mi propia vida.

Cuando estuve en el servicio naval (34 años), aprendí que la vida es un arte de creaciones y esto nos ha ocasionado el valor de la ancianidad. La vida es una mentalidad abierta, creía, amaba como un bien lo que hacía, profundidad espiritual buscar, escuchar la quietud del amor al deber. Es una bendición total haber envejecido en el enlace con el discípulo y el amorío de la familia. Nunca he estado solo, es decir, sobre Dios.

En mis cosas de viejo hoy quiero entregarles un recuerdo de esas tardes que leía en la biblioteca del ingeniero Don Félix Benitez Rexach, en su Villa Baggatelle, Cannes, Francia, 1953. Es un párrafo del psiquiatra Heinrich Hojfman escribiendo a Theodor Curtius, 1879.

“No comprendo como tantas personas se quejan de la vida y la temen. En las limitaciones que me impone la vida hallo tantos elementos agradables. Tranquilizadores y apacibles que, como optimista nato que soy, considero que también esta etapa de mi vida es la mejor, como consideré cada una en su momento”.

Así es, lo vivo siguiendo conversando con Dios.

Consérvense bueno.

El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana

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