close

Los partidos y la sociedad de los chimpancés

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Facebook
Facebook
Youtube
Instagram

Para la compresión cognitiva de personas que fueron adoctrinadas bajo la piedra de toque de la disciplina y el catecismo castrense o policial, observar con los binoculares de la vida civil el “teatro de operaciones” del desarrollo de las actividades y contiendas internas de los partidos políticos, requiere de un ejercicio singular para poder entender su escenario actual.

En este análisis, pretendemos no caer en la tentación imprudente de transitar por el camino minado que significa opinar sobre hechos específicos del acontecer político nacional, debido a nuestra ignorancia en esta materia, puesto que tratar, por ejemplo, sobre la conveniencia o no de la ley de partidos, sobre si las primarias deberían ser abiertas o cerradas, o que las maniobras políticas de las luchas internas por el control del poder dentro de esas entidades parecen propias de la famosa serie de Netflix, House of Cards, mejor se lo dejamos a los “expertos”.

Por esta particularidad, nuestras observaciones estarán centradas en el desarrollo de los partidos políticos latinoamericanos y las curiosas semejanzas existentes con el comportamiento de las sociedades de los chimpancés, como una manera sencilla y entendible para tratar de explicar a aquellos que, como nosotros, no tenemos mucho entendimiento del asunto debido a que se nos era vedado el tema político.

De acuerdo al reputado investigador italiano de las ciencias políticas Giovanni Sartori (1924-2017), un partido político es aquella agrupación política que busca el poder a través de elecciones libres dentro de un sistema competitivo.

Esta misma dinámica se aplica también a lo interno de esos partidos políticos, en donde existen luchas intestinas por el control del poder de la organización, agrupándose en facciones para tales fines, utilizando métodos de competición que son muy similares a los de las sociedades de chimpancés. Veamos:

Las sociedades de esos parientes simios acostumbran a coexistir, en principio, en clanes de individuos que forman amistades estrechas, que les permiten cazar juntos y “luchar” hombro con hombro contra sus contrincantes de la selva.

Con una estructura social jerarquizada similar a la de los partidos políticos, donde el miembro dominante generalmente es un macho, denominado por los científicos como “macho alfa”. De manera tal, que todos los afiliados a esa manada societal, tanto machos como hembras, exhiben una subordinación al semental alfa, tal como hace una militancia partidista ante un poderoso caudillo político.

Este líder primate desarrolla diariamente permanentes esfuerzos para preservar la armonía y paz social dentro de sus acólitos. De suerte que, cuando estalla algún conflicto, ya sea por apetencias personales por alguna fruta apetecida o por una hembra deseada, este jerarca interviene de inmediato deteniendo la disputa.

Pero generalmente tiende a concentrar tanto poder, que de manera autoritaria monopoliza para sí mismo los mejores alimentos y no deja bajo ningún motivo que otros machos subalternos copulen o “enamoren” a las hembras.

Pero lo verdaderamente interesante resulta, cuando dentro del grupo surge otro macho alfa con la suficiente capacidad para disputarle la supremacía de su puesto; en ese momento, ambos alfa no se enfrentan enseguida, sino que inician una serie de maniobras entre sus “partidarios” en procura de establecer fuertes alianzas entre las hembras y machos de la grey de primates.

Estas interesantes maniobras de alianzas, de acuerdo a los estudios científicos, las realizan mediante el contacto personal permanente cara a cara, donde se manosean, se sacan piojos, se abrazan entre gruñidos afectivos y hasta ceden alimentos y besan monitos, teniendo esta relación un decisivo impacto en caso de salir victoriosos, para consolidar sus posiciones ante el resto de la manada, o en caso de resultar derrotados, y decidan abandonar el grupo con sus “partidarios” íntimos, para la posterior formación de otra agrupación de simios.

En esta contienda por el liderazgo, dicen los expertos, generalmente no gana el más fuerte corporalmente, sino aquel chimpancé que logró desarrollar la mayor y más estable coalición entre sus iguales.

Resulta interesante destacar que cuando el número de chimpancés aumenta por encima de 50 miembros, la estabilidad social del grupo tiende a desequilibrase seriamente, a excepción de aquellos que cohabitan confinados en un zoológico, cuyo número podría ascender a 100 miembros sin perder estabilidad grupal.

Esta inestabilidad societal también se manifiesta en negocios familiares prósperos, cuando intentan aumentar la nómina de personal debido al crecimiento del establecimiento comercial, por lo que, si no logran tomar las medidas gerenciales y organizacionales necesarias, inevitablemente irían a la quiebra.

¿Acaso algo parecido ha ocurrido en los partidos políticos latinoamericanos cuando pasan de un modelo de cuadros y crecen rápidamente a un movimiento de masas? ¿Qué diferencias existen entre la lucha por el liderazgo entre las sociedades políticas y la de los primates? ¿Estarán en crisis los partidos políticos por anquilosarse en el pasado y no evolucionar junto a los cambios globales y nuevos liderazgos?

Los partidos políticos son organizaciones dinámicas que se adaptan o deberían adaptarse a los procesos de cambios sociales globales, pues no hacerlo a tiempo implicaría el inicio de un proceso de extinción. Pero precisamente, esos momentos de crisis son oportunidades ideales para el cambio.

En ese mismo contexto, cualquier organización humana, sean estas religiosas, políticas, deportivas o militares, logran mantenerse unidas, estabilizadas y con disposición a colaborar hasta el sacrificio solo cuando existen ideales, principios o creencias.

Por ejemplo, millares de judíos viajaron durante siglos errantes por el mundo sin poseer un territorio propio, pero se mantuvieron unidos, aún sin conocerse entre sí, tan solo por el ideal de la tierra prometida y sus profundas creencias mosaicas. Hoy en día Israel es uno de los estados más importantes y cohesivos del planeta.

Por el contrario, el desmembramiento en varias repúblicas de la antigua y poderosa Unión Soviética sobrevino porque sucumbió su ideología socialista-marxista ante el capitalismo. Al perderse la confianza en los ideales y creencias del sistema soviético, no hubo manera de detener su desintegración.

Es por ello que la capacidad de crear ideas, mitos y el poder del razonamiento ha sido el elemento que nos han permitido diferenciarnos de las especies antropoides, pero sus instintos primitivos son sabios, pues llegado el momento, brota un relevo generacional en la jefatura del clan.

Sin embargo, esto no sucede siempre en los humanos modernos, en este caso, los partidos políticos en Latinoamérica, debido a la existencia de una especie de taponamiento en la avenida de su liderazgo político, que está provocando un retraso en su evolución generacional, lo que produciría una llegada tardía a la cita histórica de la renovación de esas entidades.

Esa misma capacidad de crear ideas que nos ha separado de las demás especies, es la misma inteligencia que nos ha hecho evolucionar desde sociedades tribales hasta la era exponencial del siglo XXI, cuando los avances tecnológicos y la inteligencia artificial impactarán inevitablemente en el campo de la salud con la nanorobótica, de la agricultura con androides de campo, del transporte con los automóviles autónomos, y hasta desaparecería el papel moneda por una especie de moneda virtual o bitcoins. Entonces: ¿los partidos políticos estarán exceptos de este proceso evolutivo? Creo que no.

Frente a estas argumentaciones, resulta evidente que las organizaciones políticas debieran tomarse el tiempo necesario para transformarse de acuerdo a la época actual, y estar en capacidad de encarar los desafíos del futuro, toda vez que, hasta en el reino animal, es necesario de un claro liderazgo para que las sociedades puedan subsistir, pero con la salvedad de que las sociedades humanas requieren, aparte de un claro liderazgo, de principios e ideologías definidas para creer en ellas, y permanecer estables y unidas.

Por estas razones, los primates, al carecer de estos atributos del intelecto, y a pesar de tener líderes, no han pasado de habitar en las selvas, zoológicos y circos, de manera, que el conocimiento de las ciencias políticas, buen juicio y razonamientos de los conductores de esas organizaciones son los responsables de su destino, tal como expresara el presidente argentino, general Juan Domingo Perón, cuando dijo: “Los partidos políticos triunfan o son destruidos por sus conductores. Cuando un partido político se viene abajo, no es el partido político que tiene la culpa, sino el conductor”.

No Comments

Leave a reply

Post your comment
Enter your name
Your e-mail address

Story Page