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¿Porqué tanto odio?

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Por:Victor Toribio CDC

Hemos visto con pesar los hechos ocurridos con Emely Peguero y publicados por casi todos los
medios de comunicación de la República Dominicana. Otro hecho degradante para toda la
sociedad dominicana, pues hemos observado que muchos otros casos como el de Emely han
estado ocurriendo en todo el país.

No basta solo con lamentar la desgracia luego que ocurre, pues si todos nos limitamos a eso sin
hacer nada para la solución, solo estamos mirando esas cosas como espectadores de un simple
juego al que asistimos solo por diversión y no importa quién es el ganador; no basta con dar
solidaridad a los familiares de nuestros muertos; no basta con pasar semanas hablando cada día
y lamentando lo que ya es irreversible; no basta con encerrar a un degradado social por el resto
de su vida y las mismas victimas tengan que mantener a sus verdugos por el resto de sus vidas
por medio del pago de sus impuestos; no basta, ni es justo ante los ojos del hombre y menos ante
los ojos de Dios.

Muchos casos han pasado igual al de Emely y en todos ocurre lo mismo: Lamentamos, hablamos,
solidarizamos, chismeamos, pero no se toma ninguna acción para rescatar nuestros valores
sociales y humanos en beneficio de toda una sociedad en degeneración, en beneficio de la
dignidad humana y del país.

Cuantos casos Emely Peguero tendrán que ocurrir para que el pueblo dominicano despierte de
su letargo; cuantos casos Emely tienen que ocurrir para que el pueblo dominicano cambie la
posición de observador y pase a la de jugador; cuantos casos Emely tienen que ocurrir para
darnos cuenta de que hay que hacer algo ya, para rescatar a nuestra juventud del camino errado
que muchos han tomado.

El tiempo es ahora, el lugar es aquí, los jugadores somos todos. Es hora de que cada dominicano
medite y haga reflexión sobre las aportaciones que individualmente está haciendo a su sociedad
y a su país, a sus familiares y amigos, a sus vecinos, a sus compañeros de trabajo, a sus hijos,
sobrinos y nietos, a su iglesia, en fin, a toda su existencia; es hora de que cada uno de nosotros
comience a aportar algo en favor de este cambio necesario; es hora de que las instituciones
comiencen a crear y desarrollar planes y programas de mejoría ciudadana en vez de pasar todo
el tiempo en la posición de críticos, como si no tuviéramos nada que ver; es hora de que los
medios de comunicación cambien el método de aumentar sus rating buscando maneras
diferentes que no sean basadas en el sensacionalismo de las noticias degradantes y contribuir
también con programas de corrección a la descomposición social; es hora de que cada
dominicano ponga de su parte para mejorar su círculo familiar y entender que no es
responsabilidad de los gobiernos o de alguna persona en particular; es hora de que las Iglesias
dejen de pasarle la mano a sus seguidores para que mantengan su frente hacia abajo adaptados,
o hacia arriba en oración, pidiendo la solución a un Dios que muchas veces ellos mismos no
conocen ni entienden; es hora de que los pequeños grupos de empresarios que manejan la
sociedad dominicana aporten programas de mejoramiento y lo desarrollen ellos mismos o a
través de los gobiernos; es hora de que la justicia se aplique sin distinción y de que se le quite la
venda de los ojos a su símbolo, para que pueda ver lo que realmente ocurre y ser justa; es hora
de rescatar todos los valores buenos que conocemos y tenemos, comenzando cada uno en
nuestro propio hogar.

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