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Los Sixers van de mal en peor manchando su legado histórico en la NBA

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Los Philadelphia 76ers se han convertido en la peor franquicia del deporte estadounidense. Así es, eso es lo que dije. Tomó tiempo e (in)consistencia, pero finalmente uno de los equipos que solía ser de los más respetados entre todos los cuatro deportes más populares de Estados Unidos (fútbol americano, básquet, béisbol y hockey sobre hielo) se ha convertido en el bufón más patético de estos.
 
Estamos hablando de unos Sixers que maravillaban a todos llegando a tres finales en cuatro temporadas durante la década del ’80 hasta que finalmente salieron campeones de la mano de Julius Erving en 1983. Tampoco hace falta esforzarse mucho para recordar como los Sixers de Charles Barkley se le plantaban cara a cara a los Chicago Bulls de Michael Jordan durante los ’90, o apreciar la magia que solía proveer Allen Iverson para llevar a un plantel sin estrellas a tocar el cielo con las manos en el 2001.
 
Es más, hace apenas cinco años veíamos como Andre Iguodala, Kyle Korver y compañía empujaban a los Boston Celtics a un séptimo juego en las semifinales de la Conferencia Este.
 
Todos y cada uno de ellos deben estar avergonzados del aspecto que da el equipo profesional de básquetbol de la ciudad fraternal, enojados por cómo un puñado de ejecutivos incompetentes se esmeran por escupirle en la cara a su legado. Los jugadores no son los que tienen la culpa de que los Sixers estén encaminados a la lotería del Draft por quinta temporada consecutiva, sino que el dedo se debe apuntar a los dirigentes que despidieron a Sam Hinkie como chivo expiatorio de un “proceso” que no rindió frutos y todavía cuenta con un hedor tremendo y putrefacto.
 
No cabe duda de que los dirigidos por Brett Brown han mejorado esta temporada con su marca de 22-37 tras ganar 19,18 y 10 juegos respectivamente en las tres campañas anteriores, pero la realidad también indica que siguen estando lejos de los playoffs y a años luz de ser un candidato al título.
 
El Miami Heat, para ofrecer una comparación, tampoco cuenta con una estrella, arrancó esta temporada 11-30 y ve a Chris Bosh, el jugador que le cuesta un cuarto de su tope salarial, estrenarse como analista de TNT de traje y corbata en vez de poder ponerse la número 1 y salir a la cancha con el equipo. Aún ante ésta adversidad, Miami ganó 16 de sus últimos 19 juegos para ponerse a tiro de los playoffs.
 
Eso se debe a que su cultura es de nunca bajar los brazos, de jugar para ganar y no para obtener una elusiva selección de un futuro draft. Pat Riley tiene anillos de campeón como entrenador y ejecutivo que le dan un cachet instantáneo en cualquier proceso de reconstrucción.
 
¿Cuál es la cultura en Filadelfia? Ah, claro, seleccionar a jugadores que se supone que son “el futuro de la franquicia” y luego son desechados o directamente no pueden salir a la cancha por lesión.
 
En el 2013, los Sixers seleccionaron a Michael Carter-Williams con la selección número 11 del Draft a pesar de ya contar con Jrue Holiday en el plantel. Carter-Williams fue elegido antes de un grandote que se convirtió en pilar de Oklahoma City como Steven Adams (12), un fenómeno en Milwaukee como Giannis Antetokounmpo (15), un armador titular en Atlanta hoy en día como Dennis Schroder (17) y 16 puestos antes que Rudy Gobert, el actual líder en bloqueos de la NBA (27).
 
Bueno, pero Carter-Williams se habrá afianzado como pilar y presencia veterana del equipo…¿Cierto? Carter-Williams se había “ganado” la titularidad tras el canje de Holiday a cambio del en aquel entonces novato Nerlens Noel, pero el ser nombrado Novato del Año en el 2014 le valió poco y nada ya que Sam Hinkie lo fletó a Milwaukee en febrero del 2015 tras haber disputado apenas 108 juegos con la franquicia que lo valoraba tanto. Ahora él es suplente en Chicago.
 
Ojo eh, no todo es culpa de Hinkie. Noel llegó a Filadelfia en el 2013, se perdió toda su primer temporada por lesión, nunca le dieron el protagonismo que se suponía que él tendría como nuevo referente a futuro y luego vio como los Sixers seleccionaban a Joel Embiid, Jahlil Okafor y Ben Simmons en subsecuentes drafts.

BRYAN COLANGELO, EL CAPITÁN DE UN BARCO HUNDIDO
Ese “proceso” generó un embotellamiento tal de grandotes en el plantel que Bryan Colangelo, el mismo gerente general que eligió a Andrea Bargnani sobre LaMarcus Aldridge con la primera selección del Draft cuando él estaba a cargo de los Toronto Raptors optó por mandarlo a Dallas en febrero de este año a cambio de Andrew Bogut, un desconocido como Justin Anderson y una selección de primera ronda que solo sería propiedad de Filadelfia si cae del puesto 19 para abajo.
 
Bogut quedó en libertad de acción, así que lo que le quedó a los Sixers a cambio de un prometedor pivot de 22 años fue el equivalente de un auto usado mientras en Dallas, Mark Cuban reaccionaba de esta manera.

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