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Venezuela: ¿al filo del precipicio?

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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La crisis política, económica, social, sanitaria y energética que asola a Venezuela requiere la atención de sus vecinos antes que sea demasiado tarde. A ningún país en el hemisferio Occidental, y menos a los Estados Unidos, les conviene que las aguas del odio, la intolerancia y el fanatismo ideológico socialista que sacuden a esa hermosa nación la lleven a un punto de no retorno, donde habría más perdedores que ganadores y engendraría un caos apocalíptico de consecuencias imprevisibles.
 
La catastrófica situación económica que padecen los hermanos venezolanos se origina en parte a la intransigencia de una camarilla del chavismo maniqueo empeñada en no buscar soluciones frente a las demandas y necesidades de la población y de la oposición política, y en echarle más la culpa al “imperio” y a los capitalistas, mientras se agudizan las necesidades básicas ante la escasez de alimentos y medicinas en un estado otrora rico y ahora cada vez más empobrecido material y moralmente.
 
Venezuela se encuentra en una sala de cuidados intensivos y requiere respuestas de emergencia. El cardenal de la Conferencia de Obispos Católicos, monseñor Jorge Urosa Sabino, instó al régimen de Nicolás Maduro a que muestre voluntad de querer resolver problemas al menos permitiendo la llegada de alimentos y medicinas de ONG’s extranjeras para ser distribuidas por la iglesia a los más necesitados.
 
La situación se complica más aún debido a la escasez de divisas (dólares de Estados Unidos) que el gobierno chavista controla al tener en vigencia un complicado sistema de cambio monetario a tres bandas. El mismo perjudica a todos los protagonistas del sistema de producción, importación, distribución, impuestos, oferta, demanda y consumo de la población, lo que al final genera una hiperinflación galopante, rompe la cadena de abastecimiento, socava el bolsillo ciudadano y alimenta la miseria de los venezolanos de abajo y de la clase media, lo que ha desatado una fuga de cerebros y de capitales sin precedentes.
 
Para muchos observadores, los esfuerzos de la OEA y de los mediadores en el propuesto diálogo entre el régimen de Nicolás Maduro y la coalición opositora Movimiento de Unidad Democrática se perfilan más como una táctica dilatoria del oficialismo a fin de ganar tiempo y terreno, en particular frente a los Estados Unidos con sus tibios acercamientos, mientras busca cómo diluir la presión interna con un cabo de flotación que reciba de la administración Obama en los últimos seis meses que le quedan en Washington, después del sainete de apertura y deshielo con La Habana.
 
En vista de ello, y tras la reciente visita a Caracas del emisario del Departamento de Estado, Thomas Shannon, no se descarta una posible negociación en la que el gobierno de los Estados Unidos pueda otorgar ciertas concesiones, como normalizar los lazos políticos, económicos y petroleros con el gobierno chavista a cambio de obtener la libertad del líder opositor Leopoldo López, y estabilizar la maltrecha economía de subsistencia que taladra al pueblo venezolano en escenas de colas interminables y lamentos que perturban el alma.
 
De igual manera, garantizar ciertos aspectos que conciernen a los derechos humanos y la Constitución, como lo reclama el líder de Voluntad Popular, y aceptar la demanda fundamental de la oposición de realizar el revocatorio que reclaman con miles de firmas a fin de permitir una salida honorable al desastre de Maduro. Además, que éste sea sustituido de manera transitoria por alguien menos radical y más conciliador con la Asamblea Nacional, con miras a elecciones democráticas en una fecha previsible y el retorno pleno del estado de derecho.
 
El experimento socialista político y económico en Venezuela ha demostrado, fuera de toda duda razonable, que ha sido todo un fracaso histórico. Lo fue en la antigua URSS el siglo pasado, y continúa siendo una frustración patente en Cuba en la segunda década del siglo XXI, pese al salvavidas y el oxígeno que recibe de la actual administración estadounidense, y de la indiferencia de otras naciones a la falta de libertad política y económica del pueblo cubano, como ocurre al presente con los venezolanos y donde el esquema de la Cuba socialista no encaja por más que quieran.
 
Las siguientes son tres citas memorables que resumen lo que ocurre en Venezuela, un pueblo que se niega a morir, como capítulo más reciente del fallo rotundo de una ideología y un régimen represivo que se empeña en no desaparecer para disuadir a los incautos y vender sueños que se convierten en pesadillas:
 
“El socialismo es una filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia, y el evangelio de la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.” Winston Churchill. “El problema con el socialismo es que con el tiempo se le acaba el dinero de los demás.” Margaret Thatcher. “El objetivo del socialismo es el comunismo.” Vladimir Lenin.
 
En conclusión, Venezuela no puede quedar sola y a la deriva como en la fábula de Pi y el tigre de bengala a bordo de una embarcación, sin salida y en medio del océano. Es necesaria una solución negociada en un lugar genuinamente neutral a las múltiples crisis que afligen a los venezolanos; el retorno a un sistema democrático con rostro humano, incluyente, equitativo y más justo en un país destruido por el odio ideológico, el antagonismo y la ineptitud del fanatismo. Donde una vez los principales rivales lleguen a tierra firme, cada cual tome el rumbo que le depara el destino.
 
Para hacerlo realidad, el pueblo venezolano necesita el apoyo moral, la ayuda material y el concurso directo de todos los gobiernos democráticos de la región. No sólo con palabras, sino con hechos, antes que sea demasiado tarde y la barbarie y el caos de Las lanzas coloradas, de Arturo Uslar Pietri, asomen con el estruendo de un rayo y el rumor implacable de las aguas desbordadas de un huracán político y social incontenible en la Venezuela amada.

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