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Empleados mercado hacen necesidades en fundas plásticas

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Con más de 50 años de fundado, el mercado de los Artesanos, ubicado en la calle Padre Castellanos, próximo al puente de la 17, en el Distrito Nacional, está en las mismas condiciones de precariedades, inseguridad, hacinamiento, carencia de agua, luz y comodidad para albergar a los cientos de trabajadores que cada día ocupan el lugar para ganarse el sustento de sus familias.
 
Con 105 casetas y 315 empleados, esta plaza comercial, muy concurrida por los amantes de la piedra preciosa Larimar y adornos de yeso, ofrece servicios de artesanía, joyería, zapatería, ebanistería, botánica, comida y cafetería.
 
Pese a que cientos de personas permanecen por una jornada mínima de 8 horas diarias, en ese espacio comercial solo existe un baño para hacer las necesidades fisiológicas, lo que provoca una hediondez y suciedad que impide la convivencia en el lugar.
 
En ese sentido, Franklin Then, quien lleva 22 años en su taller de artesanía, explicó que los empleados defecan y orinan en fundas plásticas y botellitas de agua, debido a que el baño no da abasto.
 
Indicó que la escasez de agua empeora la situación tanto del baño como de quienes la usan como parte primordial de su oficio, tal es el caso de los trabajadores del yeso y otros materiales sólidos.
 
“Muchas veces tenemos que cargar el agua a varias cuadras para continuar con la jornada y no perder tiempo, aunque eso retrasa la entrega de los pedidos y achica el bolsillo de los empleados”, comentó Then.
 
Asimismo, Adilexis Pérez, joyero de Larimar, denunció que la inseguridad del local es otro problema con los que tienen que lidiar cada día, ya que las puertas del mercado solo cubren la mitad de la entrada y la otra es espacio abierto, donde los ladrones pueden entrar sin ningún esfuerzo.
 
“Ya han robado varias veces, tres meses atrás en el quiosco Pachá Arte sustrajeron la maquinaria de tallar Larimar, valorada en un monto de 80 mil pesos “, sostuvo Pérez.
 
 
Otro inconveniente es la falta de energía eléctrica y el abandono por parte de las autoridades del Ayuntamiento del Distrito Nacional y el administrador de la plaza, quienes se hacen los indiferentes a la hora de escuchar los reclamos de los inquilinos.
 
 
José Salas, quien trabaja con Larimar, explicó que los propietarios de los quioscos deben pagar 620 pesos al Ayuntamiento y los alquilados 350 pesos, dinero que puede ser usado por el cabildo para acondicionar el mercado y facilitarle la labor a los hombres y mujeres que se ganan el pan de esa manera.
 
“Hemos ido en comisión a la Alcaldía para que nos ayuden a solucionar las condiciones infrahumanas en las que laboramos y también conversamos con el administrador para que medie por nosotros antes sus superiores; pero de nada ha servido el esfuerzo”, precisó Salas.
 
Los artesanos advirtieron que no soportan tantas incomodidades, por lo que pidieron a las futuras autoridades tomarlos en cuenta para que la tragedia que durante décadas les ha tocado vivir, sea cosa de un pasado horrendo.

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