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Para reflexionar este 27 de Febrero

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Son estos días de reflexión. Desde enero hasta este febrero, la nación ha conmemorado efemérides que representan caminos de redenciones y luchas constantes. El 26 del primer mes del año 1813 nació Juan Pablo Duarte; luego, el 16 de enero de 1844, tuvo lugar el Manifiesto, que concluyó el 27 de febrero de ese mismo año con la declaración de la independencia.
 
Son tres los Padres de la Patria: Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella, y Francisco del Rosario Sánchez, quienes tributaron junto a otros grandes hombres y mujeres lo mejor de sus vidas.
De ellas, las patriotas, también hay que hablar en estos días. Por ejemplo, de Juana Trinidad (Juana Saltitopa), cuyo heroísmo y entereza demostrados aquel 30 de marzo de 1844, en la batalla de Santiago, y durante los días de luchas por la independencia, le ganaron el distintivo de La Coronela.
 
De igual manera fue el comportamiento de otra valiente llamada Petronila Gaú, quien se distinguió en la Cuarta Campaña de la Guerra Dominico-Haitiana, principalmente en la Batalla de Sabana Larga.
Mucho habría que hablar de María Trinidad Sánchez y Concepción Bona Hernández, estas últimas contribuyeron en la confección de la bandera nacional. Madres de la Patria fueron ellas, al igual que Doña Chepita Pérez, María de Jesús Pina, Las hermanas Villa de La Vega, Olaya Sánchez, Josefa Brea, Ana Valverde, entre tantas que lo arriesgaron todo por la libertad que hoy disfrutamos.
 
Creada la República y cumplida la Restauración, el país se organizó en disímiles tareas, en las cuales hubo quienes brillaron con intensidad y luz propia en la Educación y las letras, como Salomé Ureña de Henríquez y la propia Camila Henríquez Ureña.
 
Habría que mencionar, en los años que antecedieron a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, los primeros movimientos feministas que impulsaron los propósitos democráticos y plantearon con objetividad el lugar que debían ocupar las mujeres en la sociedad.
 
Fue aquí donde las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal desarrollaron lo que algunos escritores denominan “escudo femenino dominicano con que se encontró el Trujillo en el ocaso de su dictadura”.
 
Conspiraciones arriesgadas a lo largo de siglos recuerdan la Sociedad Secreta La Trinitaria, fundada el 16 de julio de 1838. Aquí, junto al nombre de Duarte se destacan los de Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfáu y Juan Nepomuceno Ravelo. A partir de una estructura celular clandestina, los iniciados juraban luchar por la independencia de la nación bajo el lema «Dios, Patria y Libertad».
 
El nacimiento de La Sociedad Filantrópica y La Sociedad Dramática, dirigidas a este destino proselitista rememoran la manera en que Duarte interpretó el momento histórico que vivía la sociedad dominicana, decidida a no aceptar la dominación haitiana, a la vez que conjugó valores éticos e idealistas con los sentimientos libertarios.
 
Las contradicciones con Pedro Santana, entonces jefe del ejército Sur, con la mayoría en la Junta Central Gubernativa, el golpe de estado que destituyó a Bobadilla, encabezado, además, por Sánchez. Sin olvidar que en tales circunstancias, mientras este encabezaba la nueva Junta Central Gubernativa, Duarte y Mella fueron a la región Norte a en busca del apoyo de los cibaeños.
 
Pero, aún cuando el ejército del Norte había proclamado a Duarte Presidente de la República, Santana logró entrar a Santo Domingo con su ejército y disolver la Junta de Sánchez, creada, claro está según sus intereses, por lo que fue inmediata la orden de apresamiento a Duarte. Este es el momento en que Santana califica a los tres patricios y a otros líderes trinitarios como «traidores a la Patria» y les envía al destierro «a perpetuidad» del territorio nacional.
 
Son pinceladas de recuerdos, fragmentos de esa memoria que enriquece la savia histórica y que no pueden dejar morir los pueblos. Desterrado por Santana y en absoluta miseria, tras la noticia del fusilamiento de la líder interna de los trinitarios, María Trinidad Sánchez, el 27 de febrero de 1845, Duarte se creyó responsable de su muerte y durante más de quince años ni familiares ni amigos supieron de él.
 
Ni hablar de las tristezas, angustias, incomprensiones y los análisis a destiempo que contrarían la verdad histórica. La realidad es que el concepto de la Independencia Nacional adquirió significado supremo para la nación dominicana, cuando muchos de sus mejores hijos e hijas consagraron su libertad definitiva esa noche del 27 de febrero de 1844, cuando el “trabucazo” disparado por Ramón Matías Mella en la Puerta de La Misericordia fue oído por todos los habitantes de la ciudad y la República Dominicana fue proclamada independiente por Francisco del Rosario Sánchez, jefe del movimiento tras la ausencia de Duarte, y entonces fue izada la Bandera Nacional, la que había sido bordada por Concepción Bona y María Trinidad Sánchez junto a otras patriotas.
 
“Sin independencia no somos nada”, aseguran los textos. El presente consagra, compromete y obliga con una independencia verdadera y fuerte, que sólo es real cuando se basa en la transparencia que rigen los actos de su administración estatal, instituciones, organizaciones y quienes deben convencer con certeza y seguridad legal en cada una de sus actuaciones públicas.

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