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La violencia del silencio

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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¿Qué sucedería si no tuviéramos vocabularios? El silencio integra otra manifestación de la violencia, que lastima tanto a mujeres y como a los hombres, que rompen los esquemas patriarcales. Se identifica en cualquier acción o conducta, que cause muerte, daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico o sexual en el ámbito privado como en el público.
 
Puede manifestarse como, violencia psicológica, física, patrimonial, económica, sexual, simbólica expresada en acciones sociales determinadas por el llamado deber ser, según convenciones y normas de acuerdo con la etnia, raza, geografía, religión, país, “eso no es de hombre, así son las viejas ” y quien las incumple, se convierte en víctima de esa insensatez.
 
Otra que ocupa un lugar escurridizo y sinuoso, es la violencia Institucional, que tienen como fin dilatar, obstaculizar o impedir el goce y ejercicio de los derechos y libertades fundamentales de la mujer, su libre acceso al disfrute de políticas públicas destinadas a prevenir, atender, investigar, sancionar y erradicar las manifestaciones y modalidades de violencia conceptualizadas en la ley.
 
Las causas de la violencia contra las mujeres se encuentran en la discriminación y los estereotipos de género que la perpetúan en sus  efectos devastadores. Sin embargo, la mejor manera de contrarrestar la violencia de género es prevenirla, tratando sus orígenes y causas estructurales. http://www.unwomen.org/es/
 
Y la violencia del silencio, ¿cómo se manifiesta?
Para construir hay que desconstruir viejos conceptos de masculinidad y de feminidad, encontrar otras formas de relaciones entre mujeres y hombres, porque todo, absolutamente todo, desde hace siglos está estructurado desde la única visión cultural de los hombres, dueños del poder político, económico, social y hasta religioso.
 
La violencia del silencio va a la esencia humana, no incluye a la mujer en la llamada generalización conceptual, “dígase hombre y es general”  que descompone la comunicación y limita la palabra, ese privilegio humano, porque están demostradas otras relaciones comunicativas que se pueden apreciar en las plantas y los  animales más primarios.
 
Las voces que utilizamos proyectan nuestro nivel de identidad y cultura, porque son la envoltura material del pensamiento. Otro argumento para la  batalla por transformar el lenguaje sexista.
 
Cuando la presencia femenina no aparece en los textos escolares, ni en los informes educacionales y sindicales, “los alumnos, los maestros, los profesores” o en la prensa y otros medios audiovisuales, “los empresarios, los candidatos, los funcionarios”, hacen invisible a las mujeres, esa otra parte de la sociedad que es mayoría ciudadana y del padrón electoral. Ellas existen, hay que reflejarlas porque integran la apreciación lógica de la realidad.
 
La comunicación debe ser coherente aunando palabras con presencia personal para que sea efectiva, para ser recordada en la mente de nuestros congéneres.
 
Argumentar estas realidades es desafiar la violencia del silencio para transformar nuestras prácticas en la vida cotidiana, alcanzar con una comunicación con perspectiva y conciencia de las diferencia de género, impulsar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y promover en la cultura institucional, transversalidad de las políticas públicas, con equidad de género.
 
Ese silencio es otra violencia invisible, avasalladora, excluyente y sexista, no tienen justificación, aunque en muchas ocasiones aparezca en las estancadas definiciones de la Real Academia de la Lengua Española.
 
Maestra de Ciencias de la Comunicación.

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