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De mí bitácora: Entrenamiento en la goleta La Dominicana

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Sonrisa abierta, caluroso abrazo nos entrega el amigo Miguel Sanz Jiminián. Encuentro de minutos afectuosos. Le prometí a Miguel dedicarle un artículo con gratos recuerdos que él no conoce.
 
Miguel tu padre Andrés Gerónimo Sanz Torres cuando era teniente de navío fue mí primer instructor en la mar a bordo de la goleta La Dominicana. Hacían cinco días de yo haber ingresado como guardiamarina.
 
A las 09:00 del 10 de septiembre de 1949 tu padre llega en un Jeep al muelle de Sans Souci y un autobús con veinte grumetes. El teniente de navío Rafael Taveras Blandino oficial comandante de la sección Academia Naval ordena de los guardiamarinas Rafael Villalba Iglesias, Arturo Matos Uribe, Francisco Caamaño Deñó y este servidor Néstor González Díaz presentarnos antes el teniente de Navío Sanz. Ambos oficiales conversan y el teniente Sanz nos ordena abordar la goleta. La voz del teniente Sanz me recuerda a su padre Don Gerónimo Sanz Madrigal respetado educador hostoniano. Don Gerónimo fue mi primer director de escuela pública, año 1937.
 
A las 09:35 zarpamos rumbo a las Calderas. El teniente Sanz nos explica la rutina. Comenzando el entrenamiento nos enseña cómo llevar el rumbo, él timoneando. El contramaestre de la goleta un señor llamado Efraín nos instruye en el manejo de las velas. Cuando comenzamos a entrar al canal para llegar al muelle, el teniente Sanz nos muestra las boyas que indican el rumbo. En la base seguida nos ordena ponernos el traje de baño y tirarnos de la goleta para que nadáramos y nos dice. Quiero estar seguro que ustedes saben nadar.
 
Cuando zarpamos el contramaestre nos enseña cómo hacer nudos, el teniente Sanz observa y nos ordena hacer los nudos varias veces. Al llegar a Barahona los guardiamarinas y los grumetes fuimos a misa, juntos al teniente Sanz. De Barahona salimos hacia el fondeadero frente a isla Beata. Los guardiamarinas enseñamos a los grumetes como timonear y hacer el servicio de serviola. Todo esto es observado por el teniente Sanz. Llegando frente al cabo Mongón una fuerte brisa del oeste sacude la goleta y la hace levantar la proa y caer fuertemente y una gran cantidad de agua entra a la cubierta. El capitán de la goleta, el señor Titica nos dijo que ese lugar siempre era de mar gruesa y vientos violentos. Recordé haber leído que el filósofo Anaxágora dijo: “los vientos se producen al enrarecerse el aire a efectos del sol. Los truenos un choque de nubes y los relámpagos en frotarse las nubes y el terremoto en removerse el aire dentro de la tierra”. En la cubierta cayeron diez peces voladores que resultaron bien sabrosos. En la isla Beata el teniente Sanz nos prohibió bañarnos en la playa debido a los tiburones. El guardiamarina Villalba pesco dos tiburones como de tres pies de largo. Lo saboreamos asado como filete acompañado de yuca. Zarpamos para el pequeño muelle de madera en Pedernales. El teniente Sanz nos ordenó al guardiamarina Caamaño y a mí, ir al pueblo a comprar dos sacos de carbón, para cocinar abordo. En la playa jugamos voleiball y nos refrescamos con agua de coco. Durante la noche el teniente Sanz observando el firmamento estrellado nos enseñó a identificar estrellas y planetas. Cruz del Sur, Constelación de Orión, la estrella Sirio, la Osa Mayor y la Menor, la estrella Polar, Escorpión, Arturo, planeta Marte y Venus. La luna plateada bañaba el tranquilo Mar Caribe y veíamos los islotes los frailes.
 
Desde Pedernales se hizo rumbo hacia puerto Libertador, navegando viendo la costa haitiana. En el Canal de los Vientos la brisa del norte estuvo suave y el trabajo con las velas fue agradable. Llegamos saliendo el sol a la entrada de la Bahía de Manzanillo. Los cayos Siete Hermanos me parecían serviolas cuidando la entrada al puerto. Después del desayuno el teniente Sanz salió caminando nosotros atrás seguidos de los grumetes y llegamos al río Masacre. Allí vimos mujeres haitianas lavando ropa. AL zarpar hacia Puerto Plata el teniente Sanz nos explicó como identificar los faros, lo que hicimos hasta la llegada al faro de Santo Domingo.
 
En Puerto Plata el teniente Sanz nos ordenó acompañarlo a misa. Regresamos a bordo y nos dio permiso hasta las 23:00 horas. A las 06:15 zarpamos rumbo a Samaná, esta navegación fue bien aprovechada en la instrucción debido al buen tiempo. Vimos la belleza de la Bahía de Rincón con una playa de arena blanca y cocoteros. Arrecifes no permiten acercarnos a la playa.
 
La entrada a la bahía de Samaná es preciosa, la isla Cayo Levantado, con sus playas de arena blanca y cocoteros nos invitaban a tirarnos de la goleta y nadar para disfrutar el bello lugar. Nos fondeamos frente al muelle. Fuimos a tierra en un bote a remos y el teniente Sanz aprovechó para cerciorarse si sabíamos remar. El teniente Sanz no falla en su sentimiento religioso. A la iglesia fuimos a misa y nos dio permiso hasta las 23:00 horas.
 
Desde Samaná navegamos identificando los lugares prominentes de la costa y fondeamos frente a la isla Saona. Fondeados bien cerca de tierra nos tirábamos en traje de baño e íbamos a tierra donde jugamos voleiball, tumbamos cocos y el comandante del puesto naval nos ofreció víveres y pescado asado. Zarpamos bien cerca de la costa para identificar el fondeadero frente a la isla Catalina. Cuándo navegamos frente al faro de San Pedro de Macorís el teniente Sanz me preguntó. ¿Qué está detrás del faro? Señor playa de Muertos. Él sonrió diciendo ahí aprendimos a nadar. En Macorís seguro sabíamos que primero era ir a misa. Al regresar a la goleta nos dio permiso hasta la 07:00 horas del otro día. Esa noche la pasé en casa con mis padres y hermanos hablando de lo mucho que me he divertido en la goleta. Por la mañana papá me acompañó al muelle y conversó largo rato con el teniente Sanz, quien llamó a los guardiamarinas para que conocieran a mí padre. Desde Macorís al muelle de Sans Souci el teniente Sanz nos hizo preguntas acerca de todo el entrenamiento. Fue una navegación de 29 días. En el muelle el teniente Sanz conversó con el teniente Taveras, quien nos ordenó despedirnos del teniente Sanz quien muy afectuoso nos aconsejó que siguiéramos estudiando.
 
Nuestro invitado de hoy: Víctor Hugo: “Los que conducen y arrastran al mundo no son las máquinas, sino las ideas”.
 
El autor de vicealmirante retirado de la Armada Dominicano.

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