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Meditabundo: De nuestro cuestionario político

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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¿­­Dónde ha estado la fuerza poderosa del amor patrio para servir a los dominicanos? La realidad no se oculta, se respira la pérdida, nos la han robado, ahí están los males sociales y los elegidos para la buena administración pública no han ejercido como un bien sus responsabilidades. Son conocidos como nuestros políticos que hicieron lo contrario al pensamiento Tagoriano: La vida se nos da y la merecemos dándola.
 
Los congresistas saben para que están en los curules, se autoasignan  RD$…se omite la millonada por no creer lo que dicen. Y cerca de ellos se escuchan gritos de dos madres parturientas en una misma cama. Estos legisladores gozan alejados de la sentencia de Tolstoi: La única manera de conseguir la propia felicidad es viviendo para los demás.
 
¿Qué tipo de ciudadano es el que se enriquece violando la constitución y leyes? ¿Cuál es la doctrina que auspician los partidos políticos para ir al poder a servirse, hacerse millonarios?
El derecho natural del  ser humano es no soportar ser abusado. En Paris (1953), me detuve e imaginé viendo un pueblo enardecido tomando la Bastilla. Todos perdemos, no hay razón de entregar indiferencia cobarde, una vida miserable a hijos y nietos.
 
Tenemos la gran ansiada directiva del gobierno: El Código de Ética. Como interesa la vida de todos, nada de vacilar, actuar. Trabajar para servir.
 
¿Por qué no puedo olvidar al que crea impuestos? Él no deja de buscarme. ¿Estamos transitando la eliminación de los dos mayores males políticos. El primero no amar al pueblo y el segundo enriquecer. ¿Hemos dejando de escuchar el discurso florido extenso como las faldas de las señoritas de nuestra adolescencia, hasta los tobillos, que esconden lo que no quieren dejar ver. Escuchamos las palabras precisas de hechos y más planes que de seguro nos inclina a pensar en el bien? ¿Estamos presenciando las buenas acciones de que los políticos prometieron y olvidaron? Realmente sí. La brisa callejera cargada de mentiras desaparece y baja el viento refrescante desde el pico Duarte con su Decálogo. Son cambios con singladuras terrestres de honestidad en la administración pública. Se da vigencia al pensamiento Duartiano: Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos. Trabajemos, trabajemos sin descansar no hay que perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.
 
Octogenario con la óptica clara, nunca vi un gobernante ir a los necesitados: Soy el gobierno, estoy aquí para ayudarle. Esta es mi verdad. ¿Cuál es la suya? Al soltar el bolígrafo las alertas neuronas recuerdan a Sor Juana de la Cruz: Hay un abismo de diferencia entre el gozo de aquel cuya meta es poseer y acumular cosas, y el gozo de quien ve las cosas no algo a lo que hay que rendirse, sino algo que debe ser entregado. Consérvense bueno.
 
(*)El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.

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