Con los tantos atracos, robos en casa habitada y crímenes con violencia que se producen a diario en este país, es casi seguro que tenemos mucho más delincuentes en la calle que los que están tras las rejas. República Dominicana alberga una población carcelaria en sentido general que ronda los 24 mil reclusos, según ha expresado recientemente el Procurador General Francisco Domínguez Brito.
Se da como un hecho que los condenados por casos de violencia delincuencial suman un alto porcentaje.
Es un secreto a voces que la delincuencia en la calle no da tregua. A diario tenemos, a nivel nacional, decenas de asaltos contra infelices ciudadanos y ciudadanas. En la mayoría de los casos, los responsables de esas fechorías no son localizados por la Policía para ser sometidos a la justicia por transgredir la ley y las buenas costumbres.
Una gravedad en esto es que tenemos controles policiales en extremo débiles, y en cuyas filas hay elementos, desde los más bajos hasta los más encumbrados escalafones, que son proclives a caer en acciones reñidas contra la ley. Y en esto no nos referimos por el mero hecho de hacerlo, sino que está comprobado. Está demás decir que sobran los casos que han trascendido.
Las cárceles dominicanas están saturadas. La cantidad de personas que guardan prisión desborda los límites, según la propia afirmación de las autoridades correspondientes.
Y como es de suponer, en una sociedad corroída por tantos problemas e inconvenientes, cada día tienen lugar nuevos ingresos a esos recintos, lo que de por sí multiplica la saturación de reclusos, dando lugar al hacinamiento de nuestras cárceles. Pero eso no es suficiente con los esfuerzos desplegados para poner coto a la delincuencia en nuestras calles.
Un informe de la Dirección General de Prisiones da cuenta que República Dominicana ocupa el quinto nivel con la mayor ocupación carcelaria de América, con 188%. En el primer lugar figura Haití, con 339,1%, seguido por El Salvador (240%), Ecuador (202,7%) y Perú (190,3%).
La modernidad que exhibe la Policía Nacional, lo que incluye abastecimientos, mayormente solo se ve en actividades que tienen lugar en la sede central, no así en los desolados destacamentos barriales, comenzando por la falta de personal policial. Y eso es un mal indicio para enfrentar la delincuencia en pueblos, ciudades y campos.
Expectativas se han creado en distintos sectores nacionales luego que el pasado 27 de febrero, en su discurso ante la Asamblea Nacional, el Presidente Danilo Medina anunció que en la segunda semana de este mes de marzo el Gobierno pondrá en práctica el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana.
Los temores son respecto a si ese plan se vaya a ejecutar con los mismos recursos humanos con que cuenta la institución encargada de salvaguardar el orden público, con policías provistos de escasa instrucción, y mucho menos iniciativas a desarrollar en pro de llevar resultados frente a problemas sociales.
Esperemos que no sea más de lo mismo de lo que fue el denominado Plan Barrio Seguro, que en aquellos lugares donde se puso en práctica los resultados solo se han visto a medias o han brillado por ausencia.
Todo proyecto que se vaya a poner en función deberá tomar en cuenta la tranquilidad ciudadana, tan violentada en los últimos tiempos. Porque, en definitiva, tenemos en nuestras calles más delincuentes que los que están guardados tras las rejas. Y es por ello que el peligro siempre está al acecho, no importa que usted se encuentre en la calle, o en la quietud de su hogar.
