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Mantenimiento, aquí no existe

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VENTANA: Por lo que vemos a diario, todo indica que lo que es mantenimiento, en el sentido estricto de la palabra, no se aplica en hospitales, escuelas, autopistas, elevados, puentes y otras obras de este país

Este nuestro país necesariamente debería dolernos a todos, porque estamos en lo que nos pertenece, en lo más auténtico y palpable de la cotidianidad. Pero por las cosas que ocurren, tal parece que a muy pocos le duele.

Las muestras cotidianas de convivencia son más que demostrativas que aquí hay un amplio porcentaje de dominicanos y dominicanas que ni siquiera se preocupa por valorar lo poco o mucho que tengamos como bien colectivo.

Por lo que vemos a diario, todo indica que lo que es mantenimiento, en el sentido estricto de la palabra, no se aplica en hospitales, escuelas, autopistas, elevados, puentes y otras obras de este país.

En esto debiéramos copiar de otros países, en los que su gente defiende lo que pertenece a todos.

Esto que sustentamos obligatoriamente tenemos que exponerlo con ejemplos: Los elevados que se han construido a lo largo de los últimos 12 ó 15 años muy raras veces son sometidos a mantenimiento como cambiar piezas en deterioro, eliminar los desechos que puedan ser un obstáculo para la obra y los usuarios, o darle una mano de pintura. El elevado del kilómetro 12, en la autopista 30 de Mayo, tiene sobre sí matas que han crecido y ya tienen hasta más de dos pies de alto, y ni hablar de los montículos de tierra.

Los elevados de las avenidas John F. Kennedy y 27 de Febrero, por tramos, también presentan deterioro en lo que se refiere a juntas y la presencia de promontorios de tierra y basura.

Hoyos en las autopistas, en ocasiones hasta del tamaño de pequeñas zanjas, son motivos de percances para automovilistas que se desplazan por esos lugares. Pero también hay un sinnúmero de calles y avenidas en la ciudad Capital, los municipios de la provincia Santo Domingo y otras comunidades del interior que sencillamente meten miedo transitar por esos lugares.

Los costos en que incurren instituciones en dar mantenimiento a infraestructuras siempre serán en menor proporción a lo que se gasta en trabajos de reconstrucción cuando el deterioro sobrepasa los límites de un mantenimiento planificado.

Eso quedó demostrado a raíz del paso por la región sur de la tormenta Isaac, cuando uno de los aproches del puente Los Pilones colapsó como consecuencia de las aguas embravecidas del río Ocoa. La región Sur y el Sur Profundo quedaron incomunicados.

Un deterioro palpable en nuestra cotidianidad lo vemos en avenidas que tienen suave pendiente en la Capital, y probablemente en comunidades del interior.
Cuando camiones ‘trompos’ propiedad de empresas hormigoneras transitan subiendo por esas pendientes, no es raro que derramen residuos de la mezcla que transportaron a algún lugar. Ninguna autoridad, y ninguna institución se queja por ello.

Algunos tramos de las avenidas República de Colombia, Prolongación 27 de Febrero, Jacobo Majluta, Los Próceres, entre otras, son ejemplos palpables de lo que denunciamos aquí.

Y si nos ponemos a enumerar los tantos abusos a obras de infraestructura que son de todos, este espacio resultará poco para llenarlo. Y tal parece que a muy pocos nos duele esa situación.

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