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Una veintena de muertos en un confuso ataque en Siria

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Más de una veintena de civiles perdieron la vida hoy en el norte de Siria en un confuso ataque en el que se vio implicado un convoy de los observadores no armados de la ONU.
 
Horas antes, el Consejo Nacional Sirio (CNS), principal grupo opositor en el exilio, reeligió presidente por un nuevo periodo de tres meses al intelectual Burhan Galion, pese a que su liderazgo y sus políticas están cada vez más contestadas en el seno de la ecléctica organización.
 
Galion, hasta la fecha reticente a apoyar de forma franca la lucha armada, como exigen otras voces de la agrupación y países que financian sus actividades, como Arabia Saudí y Catar, venció por estrecho margen a George Sabra, uno de los líderes históricos del Partido Comunista Sirio.
 
Al frente de la plataforma opositora desde que ésta fuera creada el pasado otoño, las críticas contra su gestión económica y diplomática también han arreciado en los últimos meses, sobre todo desde las corrientes islamistas que comienzan a dominar un grupo que aún no ha sido capaz de concitar pleno apoyo internacional.
 
Fuentes del equipo de Galion afirmaron que el reto es aún unificar todas las tendencias y multiplicar la presión sobre el régimen, aunque admitieron que se debe trabajar más en la coordinación con los activistas en el interior del país.
 
Allí, una fuerte explosión ocurrida durante el funeral de un activista fallecido la víspera volvió a teñir de sangre la jornada y concitó la repulsa internacional.
 
Según la ONU, sobre las 11.00 GMT un artefacto de fabricación artesanal estalló al paso de un convoy de la Misión de Supervisión de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS) cerca de la ciudad siria de Hama, sin causar víctimas aunque produjo daños en uno de los cuatro automóviles.
 
«Tres vehículos de la ONU resultaron dañados. No hubo heridos entre el personal de la ONU. La Misión ha enviado una patrulla al área para sacar a los observadores militares», confirmó Ahmad Fawzi, portavoz del enviado especial a Siria de Naciones Unidas y la Liga Árabe, Kofi Annan.
 
La UNSMIS cuenta con 189 observadores y 61 miembros de personal civil sobre el terreno, encargados de verificar el cumplimiento del plan de paz de Annan, que incluye un alto el fuego, en vigor desde el pasado 12 de abril, y que tanto el régimen como la oposición armada incumplen.
 
La versión de la ONU contradice, sin embargo, la de algunos testigos de la oposición siria, que aseguran que fue un proyectil de lanzagranadas ARP lanzado por soldados del régimen el que impactó cerca de la caravana.
 
Según su relato, momentos antes, y pese a la presencia de los seis observadores, las mismas fuerzas habían abierto fuego contra los asistentes al funeral de un opositor fallecido durante una operación armada el día anterior.
 
En declaraciones a Efe vía internet, Muyahid al Daguim, miembro de la oposición, aseguró que se habían contabilizado 25 cadáveres, cifra que grupos opositores sirios como el Observatorio de Derechos Humanos y los Comités de Coordinación Local redujeron a 20 y 23, respectivamente.
 
«Nadie puede salir a la calle porque los disparos de los francotiradores del Ejército son constantes», lo que impide también a los observadores abandonar los lugares en los que se han refugiado, agregó.
 
Al Daguim explicó que los «cascos azules» -entre los que figuran, según él, un bangladesí, un danés y un somalí- quedaron bajo la protección de los militares rebeldes y de civiles.
 
El supuesto atentado, del que no hubo comentario alguno por parte del régimen sirio, fue condenado inmediatamente por el propio Annan así como por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien reiteró su llamamiento a Gobierno y oposición para que detengan la violencia.
 
«Es obvio que hay mucha violencia en el país y que está misión está allí para vigilar el cumplimiento de un alto el fuego, pero está claro que ese cese de la violencia no ha ocurrido como debería», dijo Nesirky.
 
«Bastantes personas han muerto y han resultado heridas ya en los quince meses que dura la crisis», añadió.
 
Su colega del Departamento de Estado estadounidense, Victoria Nuland, condenó la acción, recordó que éste «no es el primer» ataque contra miembros de la misión de la ONU, y confió en que ese organismo «pida una investigación» de los hechos.
 
«Cualquier ataque contra la ONU es deplorable, sea a manos de quien sea. Disparar a los observadores es deshacer el futuro de todos los sirios», afirmó en su conferencia de prensa diaria.
 
El régimen Al Asad «ha creado un clima en el que la violencia protagonizada por otros sectores» ajenos al Gobierno sirio «es cada vez más común», advirtió.
 
Al margen de la violencia, la subsecretaria general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, volvió este martes a advertir del deterioro de la situación humanitaria y la urgencia de enviar ayuda.
 
«El Gobierno ha aceptado las cifras que manejamos, pero ahora nos toca acordar cómo entregamos la ayuda», dijo la experta humanitaria, que defendió una entrega «imparcial» para que la ayuda llegue también a zonas de la oposición siria
 
Además, apostó por que participen en el proceso de forma más activa tanto la misma ONU y ONG internacionales, a parte del Comité Internacional de la Media Luna Roja.

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