«Le debo mucho a mi país». Así empieza un candidato que ya fue presidente y evidentemente que con eso admite que no le cumplió a ese país y cree que el hecho de ser de nuevo un aspirante significa que ese pueblo le ha dado una segunda oportunidad para reivindicarse.
Esto último es difícil de probar, porque no fue el todo el pueblo dominicano el que lo escogió sino una parte, una parte muy significativa pero no la totalidad. De ahí que no se puede concluir como ingenuamente lo hace la oposición, que por eso la totalidad de los votantes han decidido votar por su candidato.
Hay ciegos y aquellos que todo lo ven según el color del cristal con que lo miran y evidentemente los blancos ven solo blancos en toda la población. Pero los demás que no somos pocos, sabemos contar y tenemos también nuestros propios cristales de colores, por aquello de que lo que es igual no es ventaja.
Las marchas y caravanas, bandereos y cualquier tipo de actividad del candidato del Partido de la Liberación Dominicana no son una simulación, ni una obligación, ni un chantaje multitudinario. No, son realidades.
Realidades de esa otra parte del pueblo dominicano, sobre todo sectores acomodados, medios y pobres que recuerdan sin mucho esfuerzo todo lo que padecieron con el ex presidente y ahora candidato reciclado. Este candidato nos puede engañar una vez más y en ese caso yo soy víctima de ese tonto, pero si nos engaña dos veces, el tonto y victima soy yo.
Ese candidato reciclado debe ir asumiendo con dignidad sin pataleos inútiles, con conocimiento de causa que un pueblo que ha sufrido bajo su mandato meladaganario y desordenado no puede de nuevo darle semejante responsabilidad, porque la vida de sociedad puede ser larga, tanta como disponga Dios o la naturaleza, pero el hombre y la mujer de la calle, los jóvenes y los ancianos no podrían resistir un embate mas de mal gobierno o desorden que los condene a perder su valioso tiempo en manos de un hombre que por más maduro y cambiado que simule ser es un inepto para tan alta encomienda.
El pueblo dominicano esta conscientes y el Partido de la Liberación Dominicana y sus dirigentes más responsables están consciente que aún falta mucho para completar la tarea de crear una sociedad más justa e igualitaria, más educada, desarrollada, sana y bien alimentada, pero más aun, están conscientes de que para cumplir con esa tarea se necesita tiempo y tiempo bien empleado y bien guiado y esa no puede ser la tarea de un partido que como el Partido Revolucionario Dominicano y su actual candidato están totalmente desfasados y que carga con un pesado fardo de numerosos aspirantes cuyo único propósito es hacerse de la habilidad de utilizar los recursos del erario público tanto para su beneficio como para tratar de resarcir los entuertos de su inhabilidad para el manejo de la economía nacional.
La economía mal que nos pese es hoy por hoy el principal talón de Aquiles de cualquier gobierno o partido que aspire a mantenerse en el poder o en su defecto es y será un escollo para que los ineptos o incapaces aspiren a regresar a él. El verdadero cambio solo lo pueden ofrecer aquellos cuyo pasado no carga con los desastres de una mala administración económica.
Por eso Danilo y Margarita representan el cambio, porque el PLD y los gobiernos del presidente Leonel Fernández han manejado con mayor éxito la política económica. Así de simple.
