Washington.- El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) concluyen hoy su asamblea anual en Washington que ha estado dominada por el debate en torno a las tensiones en los mercados mundiales de divisas.
Durante tres días los dirigentes de las dos organizaciones y los mandatarios de muchos países advirtieron reiteradamente del peligro de una "guerra de divisas", que podría provocar un parón en la ya frágil recuperación mundial.
Detrás de la "tormenta" se encuentra China y su resistencia para dejar que el yuan se aprecie libremente, lo que ha obligado a otras naciones emergentes, como Brasil y Corea del Sur, a seguir su ejemplo para no perder competitividad.
Precisamente, el comunicado que se emitirá al final de la reunión, hoy, debería abordar este asunto, aunque de una manera superficial, porque no se espera que surja un compromiso para poner freno a estas medidas proteccionistas.
"Estamos todavía en medio de las discusiones, pero no esperamos un consenso sobre la dirección que deben tomar las monedas", dijo anoche el ministro de Finanzas de Canadá, James Flaherty, antes de reunirse con sus colegas del G7, que agrupa a los siete países más ricos del planeta.
"Sí pienso que habrá una resolución clara, patrocinada por países con monedas que fluctúan libremente, en la que se dejará constancia de que manipular las monedas, como nos ha demostrado el pasado, tiene consecuencias malas, sobre todo en un momento de recuperación tan débil", apuntó.
"Ahora -dijo- estamos en una etapa de recuperación modesta y frágil y es importante que evitemos acciones como fijar artificialmente la cotización de una moneda, porque estas medidas distorsionan las relaciones comerciales entre países e invita a tomar represalias".
Las tensiones que ha creado el tema de las divisas amenazan con romper el clima de cooperación que surgió tras la crisis de 2008, y que permitió relanzar el G20 como el foro más importante de discusión económica mundial.
Precisamente China se comprometió ante este foro a dejar que su moneda se apreciara libremente, algo que no ha ocurrido, destacó el canadiense.
El ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, por su parte, se sumó a la corriente pesimista que se ha extendido en la comunidad internacional y dijo que la guerra de divisas global amenaza con fracturar el G20.
En declaraciones anoche a la prensa, Mantega adelantó algunas de las propuestas que formulará hoy ante los responsables de Economía de los 187 países miembros del FMI que participan en la asamblea anual del organismo en Washington.
"Hay que reanudar una política fiscal activa en los países avanzados que no consiguieron estimular el crecimiento", aconsejó el titular de Finanzas brasileño.
En su opinión, lo que tienen que hacer los países avanzados es impulsar el crecimiento interno, por lo que necesitan recolocar las políticas fiscales directas de estímulo directo a la demanda y a la creación de empleo.
"Hay que recolocar en la agenda del G20 la cuestión de la recuperación de las economías avanzadas a partir de sus propios mercados", indicó.
De no afrontar el problema y permitir que cada país haga su política cambiaria se corre el riesgo, dijo Mantega, "de fracturar y crear divisiones en el G20", un grupo en el que, insistió, ahora existe "cohesión".
Mencionó que de no actuar existe la posibilidad de que se desate una guerra comercial a nivel mundial y que los países apliquen más y más controles de capitales. "Yo creo que ese es el peor escenario. Es algo que no deseamos", afirmó Mantega.