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Pakistán, un país que pierde a sus talentos

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Islamabad.- La falta de oportunidades en Pakistán, acentuada por la crisis de seguridad, alimenta una nutrida diáspora, de siete millones de personas, cuyo trabajo en el extranjero supone un influjo de remesas para la debilitada economía pero también una sangría de mano de obra cualificada.

En el último lustro, el envío de dinero de los emigrantes ha aumentado en torno a un 50 por ciento, hasta los 7.800 millones de dólares anuales, cantidad algo superior al crédito que el Gobierno tuvo que pedir a finales de 2008 al Fondo Monetario Internacional para hacer frente a la bancarrota de la economía.

Analistas consultados por Efe coinciden en señalar que esta contribución actúa de "flotador" para un país que nada con marejada, donde cada poco emerge una nueva crisis, ya sea alimentaria, de electricidad, de gas y quizá pronto también de agua, en un escenario de inseguridad por la lucha antiterrorista.

"La gente está harta de la falta de recursos, de las continuas crisis. Las industrias no levantan el vuelo. Hay una notable preocupación por el presente y por el futuro", explicó a Efe, bajo anonimato, un alto cargo de la Fundación Diáspora de Paquistaníes (OPF), organismo público de atención a los nacionales emigrados.

Según la fuente, por encima de todos estos factores emerge "un extremismo (religioso) muy peligroso que está llevando al país al desastre" y cerrando la puerta a muchas iniciativas económicas.

"Casi no hay inversiones extranjeras. En los últimos años sólo la eclosión de las compañías de telecomunicaciones ha conseguido activar algo el mercado de trabajo. Muchas familias se frustran porque invierten altas sumas de dinero en la educación de sus hijos y después no hay oportunidades o los salarios son bajos", subrayó.

De acuerdo con datos de la OPF, hasta siete millones de paquistaníes residen ya en el extranjero, con colonias importantes en países anglosajones como el Reino Unido, Canadá o EEUU, y también en los Emiratos o Arabia Saudí.

Comunidades paquistaníes están creciendo en otros países europeos como España, donde en 2008 había 45.967 según datos oficiales.

"En algunos lugares, los emigrantes se lanzan a la busca de empleos mejor pagados, se trata en su mayoría de clases bajas, trabajadoras. Sin embargo, en EEUU o en el Reino Unido las personas cualificadas pueden suponer hasta un 30 por ciento", sostuvo la fuente.

Y agregó: "Es un arma de doble filo. Si bien es cierto que la llegada de remesas es una gran ayuda, la fuga de cerebros nos estanca en el subdesarrollo".

La estampida, de dilatada trayectoria, es imparable, según los analistas, que ven un caldo de cultivo en la falta de incentivos y políticas de retención del Gobierno de Pakistán y en la oferta de programas, becas y otras facilidades para personal cualificado en algunos países extranjeros.

"Estudié en Inglaterra y regresé a Pakistán como siempre fue mi objetivo; conseguí buenos trabajos gracias a mi educación, con un salario aceptable para los estándares de aquí. Pero al final no es sólo una cuestión económica, sino de realización profesional y personal", lamentó el abogado Shahzad Akbar.

Según Akbar, que tramita un visado para Australia, a los profesionales cualificados les acaba creando "insatisfacción" trabajar en Pakistán.

"Te cansas del nepotismo, de la corrupción, de la falta de profesionalismo, de la facilidad de perder el trabajo por los cambios de Gobierno, de la calidad de vida… El detonante final es la inseguridad. Te planteas que no quieres que tus hijos crezcan en un país en el que no sabes si podrán ir tranquilamente a la escuela, al cine", relató.

Agregó que las expectativas no son halagüeñas porque "en lugar de haber un fortalecimiento de la clase media, la impresión es que las diferencias entre la elite y los estratos bajos de la sociedad cada vez son mayores".

Muchos otros paquistaníes consultados por Efe también aseguraron plantearse la marcha, algunos de ellos gracias a la posesión de una doble nacionalidad gracias a los convenios firmados con varios países y sus vínculos familiares en ellos.

Aquellos emigrados que toman el camino contrario y deciden regresar a la patria experimentan sensaciones que, para los observadores, "rayan a menudo en la esquizofrenia".

"Un compañero volvió recientemente a Pakistán tras varias décadas viviendo en EEUU. Aguantó ocho meses. Esto les sucede a bastantes. Te acostumbras a unos niveles y luego regresas y ya no todo funciona igual", se lamentó el funcionario de la OPF. EFE

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