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Obama recibe el premio Nobel por lo que puede hacer

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Washington.- El presidente de EE.UU., Barack Obama, es el nuevo premio Nobel de la Paz, un premio que se le ha concedido menos por lo que ha hecho que por las esperanzas de lo que pueda hacer.

El Instituto Nobel en Oslo indicó que concede el premio a Obama por sus "esfuerzos extraordinarios por reforzar la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos".

Esfuerzos, es posible. Logros, aún está por ver. El presidente estadounidense tiene dos conflictos bélicos abiertos, en Irak y Afganistán.

Ha anunciado la salida completa de las tropas en Irak para 2011 pero, paradójicamente para un galardonado con el mayor premio a la busca de la paz, se encuentra inmerso en un proceso de consultas para decidir la estrategia en la guerra en Afganistán y ha asegurado que no se plantea reducir la presencia militar allí.

Sus esfuerzos de mediación para la paz en Oriente Medio por el momento tampoco han rendido fruto. Su intervención personal más reciente, hace dos semanas en Nueva York en una trilateral con los líderes israelí y palestino, se cerró sin ningún progreso tangible.

Y su promesa quizás más concreta, el cierre de la prisión e la base naval de Guantánamo para el próximo enero, parece cada vez más complicado de conseguir, a la vista de las dificultades para decidir qué hacer con algunos de los sospechosos de terrorismo allí recluidos.

El Instituto Nobel ha destacado en particular, para conceder su premio al presidente estadounidense, sus esfuerzos en favor de la desnuclearización.

Obama propuso en abril, en un discurso en Praga, un mundo futuro sin armas nucleares, una iniciativa que, si bien fue acogida con grandes alabanzas por las potencias mundiales, hoy por hoy parece una utopía.

El presidente estadounidense ha abierto negociaciones con Rusia para un nuevo tratado de reducción de cabezas nucleares que sustituya al actual START, que expira en diciembre. Pero aun si se cumplieran los plazos para ello, ambas potencias conservarían un número suficiente como para destruir el planeta varias veces.

Y tanto Irán como Corea del Norte mantienen activos sus programas nucleares. Ambos países por el momento dan largas a las ofertas estadounidenses de apertura de un diálogo si renuncian a esas actividades.

En el caso iraní, la República Islámica se vio obligada a reconocer hace dos semanas que mantenía una instalación nuclear clandestina en Qom.

Sí es cierto que Obama ha infundido un nuevo aire a la relación de su país con la comunidad internacional y ha prometido una "nueva era" de cooperación.

En este sentido, la decisión del comité puede interpretarse tanto como un premio al nuevo presidente como un rapapolvo a su predecesor, George W. Bush, que fue a la guerra contra Irak en contra de la opinión mundial.

En cambio, en un discurso en El Cairo en junio Obama ofreció "un nuevo comienzo" al mundo musulmán.

También ha imprimido un giro a la política medioambiental de su país y ha asegurado en un discurso ante la ONU que "los días en que EE.UU. arrastraba los pies han terminado".

Pero en lo que respecta al cambio climático, las manos del presidente están atadas en el terreno nacional por lo que pueda decidir el Congreso. Internacionalmente, las perspectivas de un pacto que sustituya al Protocolo de Kyoto el próximo diciembre en Copenhague parecen hoy por hoy distantes.

Y aunque el mundo musulmán acogió positivamente su propuesta de borrón y cuenta nueva, aún no se han detectado resultados tangibles de esa propuesta.

Para Obama, el galardón puede representar más una valoración de las esperanzas que ha suscitado, y un llamamiento a que continúe por ese camino, que un verdadero premio a lo conseguido.

Y, tanto como un honor, puede representar un arma de doble filo. En el terreno internacional, un político puede cometer errores. Un premio Nobel, no.

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