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Estudio identifica 4 formas reducir riesgo enfermedades

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Nueva York.- Si quiere hacerse cargo de mejorar el cuidado de su salud, no fume, baje de peso, haga ejercicio y coma saludablemente.

Estas recomendaciones suenan familiares, pero las personas con esos cuatro hábitos tienen un riesgo significativamente bajo de desarrollar enfermedades crónicas, como diabetes o cardiopatías.

"Tener un estilo de vida saludable (no fumar, mantener el peso recomendado, hacer una cantidad adecuada de actividad física y adherir a los principios de una alimentación saludable) tiene un efecto tremendamente beneficioso en la prevención o el retraso de las principales enfermedades crónicas", dijo por e-mail a Reuters Health el doctor Earl Ford, de los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC).

Para dar una idea clara de ese beneficio, la frecuencia de enfermedades crónicas varió de 0,5 por ciento por persona por año estudiado para aquellas personas con esos cuatro hábitos saludables, a un 3 por ciento por persona por año estudiado para aquellas personas que no tenían ninguno de esos hábitos.

El equipo dirigido por Ford acaba de finalizar un estudio sobre más de 23.000 alemanes de mediana edad, que demostró que las personas que adherían a los 4 hábitos saludables tenían un 78 por ciento menos riesgo de desarrollar una enfermedad crónica que los participantes que no lo hacían.

Pero Ford indicó: "Aunque la mayor reducción del riesgo se da en quienes practican los cuatro hábitos saludables, los beneficios se pueden obtener también con sólo agregar uno de esos hábitos por vez". Por ejemplo, un solo hábito saludable versus ninguno redujo a la mitad el riesgo de enfermedad crónica.

Entre 1994 y 1998, el equipo, de German Institute of Human, trabajó con 23.153 adultos, de entre 35 y 65 años, en los que analizó las siguientes características: nunca habían fumado, tenían un índice de masa corporal o IMC (relación entre la altura y el peso) inferior a 30; hacían por lo menos 3,5 horas semanales de actividad física y practicaban los principios alimentarios saludables (alto consumo de frutas, verduras y granos integrales, y bajo consumo de carne).

La mayoría de los participantes tenía entre uno y tres de esos factores de salud; menos del 4 por ciento tenía cero factores de salud y el 9 por ciento tenía los cuatro factores. A los ocho años, el equipo analizó la relación entre esos hábitos y el riesgo de los participantes de desarrollar diabetes, infarto, ACV y cáncer.

En esos años, 871 participantes (3,7 por ciento del total) desarrollaron diabetes; 868 (3,8) desarrollaron cáncer; 214 (0,9) tuvieron un primer infarto, y 195 (0,8) tuvieron un ACV.

En Archives of Internal Medicine, el equipo informa que las personas con los cuatro hábitos saludables de estilo de vida al inicio del estudio tuvieron un 93 por ciento menos riesgo de desarrollar diabetes y el 81 por ciento tuvo menos riesgo de sufrir un infarto, la mitad de riesgo de sufrir un ACV y un 36 por ciento menos riesgo de cáncer que los participantes sin factores saludables.

Esas disminuciones del riesgo fueron similares para hombres y mujeres.

Varias combinaciones de conductas saludables mejoraron el nivel de riesgo individual. Por ejemplo, a diferencia de no practicar factores saludables, tener un IMC inferior a 30 y hacer actividad física por lo menos 3,5 horas por semana disminuyeron un 64 por ciento el riesgo de desarrollar una enfermedad crónica. La actividad física más una alimentación saludable redujo ese riesgo un 66 por ciento.

Algunos factores fueron más protectores que otros ante enfermedades más específicas que otras. Un IMC inferior a 30 fue especialmente protector contra la diabetes. La actividad física protegió mejor de la diabetes y el infarto que del cáncer.

Practicar principios alimentarios saludables aportó el mismo nivel de protección ante la diabetes, el ACV y el cáncer. La mayor reducción del riesgo estuvo asociada con un IMC inferior a 30, seguida de no haber fumado nunca, de hacer por lo menos 3,5 horas semanales de ejercicio y, luego, de adherir a principios alimentarios saludables.

Ford señaló que el equipo sólo analizó las conductas de los participantes al inicio del estudio, sin controlar si esos hábitos mejoraban o empeoraban. "Por eso -dijo- nuestros resultados son más aplicables a personas que no cambian sus hábitos para bien o para mal".

Pero agregó que otros estudios habían demostrado que los riesgos de enfermedad disminuyen a medida que mejoran los hábitos.

Asimismo, mientras que el estudio se realizó en Alemania, sus resultados coinciden con los de estudios realizados en Estados Unidos, de modo que "es razonable pensar que las lecciones aprendidas en nuestro estudio son aplicables a los adultos en Estados Unidos", dijo el autor.

Las estimaciones de los niveles exactos de riesgo pueden variar un poco, pero esas cifras varían también entre los estudios realizados en Estados Unidos, añadió.

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