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Aneurismas y Síndrome de Marfán: una relación de alto riesgo

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Un cuerpo muy alto y delgado, extremidades y dedos alargados, y problemas visuales originados en las córneas, son algunas de las características de una enfermedad conocida como Síndrome de Marfán. Es un problema hereditario que afecta el tejido conectivo que es el tejido que provee el soporte y la sustancia a tendones, ligamentos, vasos sanguíneos, válvulas cardiacas y muchas otras estructuras del cuerpo humano.

Este síndrome, que debe su nombre al pediatra francés Antoine Marfán, quien lo describió en 1896, puede producir, entre otros problemas, peligrosos aneurismas aórticos. Un aneurisma es una dilatación anormal de la pared de la arteria, que ocurre principalmente en la arteria aorta, la arteria más grande del cuerpo, que sale del corazón y lleva sangre oxigenada al cuerpo.

Los aneurismas aórticos también se pueden ocasionar por otras enfermedades o condiciones tales como arterioesclerosis o endurecimiento de las paredes de la arteria, enfermedades degenerativas (como necrosis quística de la media), infecciones, trauma por un accidente automovilístico y hasta el estrés emocional que aumente la presión arterial puede producir dilatación de las paredes de la aorta.

Los aneurismas usualmente no presentan síntomas, pero hay pacientes en los que se manifiesta con dolor de pecho, que puede ser confundido con un infarto; o un dolor que se siente como una puñalada en la espalda entre la escápula y el esternón; también puede haber falta de aire; y en casos raros, puede presentarse una alteración en el tono de la voz, debido a que el abultamiento de la aorta comprime un nervio de las cuerdas vocales.

La Sociedad de Cirujanos Torácicos de Estados Unidos advierte que un aneurisma de la arteria aorta es una condición seria, ya que dependiendo del tamaño se puede romper ocasionando hemorragias internas mortales. El riesgo de ruptura se incrementa a medida que el aneurisma crece, y se incrementa también dependiendo de su ubicación en el cuerpo. Cada año aproximadamente 15,000 norteamericanos mueren a consecuencia de la ruptura de un aneurisma.

Lo bueno es que los aneurismas son detectables con una simple tomografía computarizada (CT scan); y son curables por medio de una operación abierta o un procedimiento mínimo invasivo que utiliza catéteres y mallas (stents).

El Dr. Gonzalo Carrizo, cirujano cardiaco y vascular afiliado al Kendall Regional Medical Center, en Miami, explica que si el aneurisma es pequeño (menos de 5 centímetros), si durante su seguimiento no ha crecido, y si el paciente no tiene síntomas, simplemente se observa el comportamiento biológico del aneurisma. En algunos casos, aunque el aneurisma sea pequeño, si tiene un crecimiento muy acelerado, se recomienda intervenir. Si desde un principio, al detectarlo se ve que tiene más de 5 centímetros, se debe intervenir.

En cuanto a las opciones de cirugía abierta o cateterismo con stents, el especialista dice que antiguamente todos los aneurismas de la aorta torácica descendente se resolvían con “cirugía a cielo abierto”. Este procedimiento es bastante invasivo, porque incluye abrir el tórax y en muchas oportunidades utilizar una maquina de circulación extracorpórea. Los aneurismas de la aorta ascendente todavía se reparan con cirugía “a corazón abierto”; donde se para momentáneamente el corazón, se corta y se remueve la parte de la arteria que está dilatada y debilitada, y se reemplaza por una prótesis de dacrón, que funciona como una manguerita. Es como un empate.

El Dr. Carrizo dice que los aneurismas que se presentan en la aorta descendente (en el tórax y el abdomen), hoy en día se pueden tratar de manera mínima invasiva. Esto se hace implantando un stent por medio de un catéter, que se introduce por una pequeña incisión de 3 o 4 centímetros en la ingle, y se lleva por dentro de la arteria femoral hasta la aorta, en la cual, bajo guía de fluoroscopia, se deja permanentemente. En este caso no se remplaza la arteria, simplemente se introduce en ella el stent y se deja allí. En estos procedimientos, la recuperación es más rápida. En muchos casos los pacientes se pueden ir a casa en 24 o 48 horas, y generalmente pueden retomar su actividad normal en 2 a 6 semanas.

Las mallitas o stents son de un material metálico recubierto de un polietileno especial (PTFE, polytetrafluoroethylene), que no hace ningún daño al cuerpo. Estas mallitas no presentan los problemas que pueden ocurrir cuando se implantan en las arterias coronarias del corazón (como bloqueos por cicatrización o coágulos). La razón es que la aorta es mucho más ancha que las coronarias, así que la sangre fluye por su interior con más amplitud. Los stents se dejan en el paciente de por vida. A los pacientes que se ha intervenido para curarles aneurismas, se les realizan pruebas destinadas a comprobar que no haya quedado ninguna filtración de sangre, o migraciones. Esto se hace con tomografias computadas de seguimiento. Cuando la hay, de acuerdo al tipo de filtración, se repara adicionando otro stent.

Los pacientes a los que se les ha intervenido por aneurisma, en muchos casos deben tomar un medicamento antiplaquetario durante cierto tiempo, para evitar la formación de trombos o coágulos.

Para más información escriba a INTL@hcahealthcare.com; llame al 305-222-6750; o visite hcasaludinternacional.com

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