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La condena de Leonel

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Un amigo, con oficina en Palacio, fue a visitar a un ministro con el que tiene cierta facilidad comunicativa y quien es un cercano, muy cercano colaborar del presidente Fernández. Su preocupación era hablar con el ministro sobre la situación política del país y la posible reelección del actual mandatario. Con honestidad planteó su punto de vista, reconociendo que las posibilidades para una reelección se hacían cada día más costosas, menos popular y políticamente muy difícil. El ministro lo tomó de la mano, lo llevó ante el espejo del baño y le cuestionó:

-Mírate, mírame, ¿cuál de nosotros tiene abolengo, dónde está nuestro linaje? Somos de la raza de los viralatas, ¿cuándo tú has visto a un viralata con dos dueños? No amigo, el viralata no cambia de dueño, cuando el dueño desaparece, él vuelve a virar latas, pero sin dueño. Estos malditos trajes costosos que tenemos puestos sólo sirven para decirnos lo insignificantes que somos, para que se burlen de nosotros en los actos públicos cuando al mirarnos se preguntan de dónde lo habrá sacado, cómo lo consiguió. Nosotros con Leonel quemamos la nave, somos ya seguidores obligados, o respaldamos su reelección o volvemos a nuestro antiguo oficio: virar latas.

El amigo, emocionalmente no estaba preparado para aceptar un destino tan infernal, hace ya mucho tiempo que no vira lata; y aunque la figura ante el espejo era muy clara, le hizo saber que su condición económica había variado mucho y que unos períodos en la oposición podrían ser sorteados sin dolores en el estómago.

-¿Y tú crees que es la posibilidad de hambre la que duele?, le preguntó el ministro para luego aclararle:

-Lo que duele, mi buen amigo, es aquella escena donde el ex presidente Salvador Jorge Blanco se presenta ante los archivos del Ayuntamiento del Distrito Nacional en busca de una información, se sienta a esperar su turno, nadie le hace caso y entonces se para, va donde la secretaria y le dice: yo soy Salvador Jorge Blanco, y ella, sin siquiera mirarlo le responde: ¿Y qué?, ¿Lo ve ahora? Allí estaba todo el espléndido alarido, un completo alarido de la plebe: ¡delicia, gozo e indignación!

-Amigo, te reitero, es el Palacio el que tiene el influjo de los ojos moros, no nosotros. Algunos, con aceptable grado de inteligencia, harán como el ratón cuando el barco se está hundiendo, nosotros no calificamos para esa opción. Cuando se nos dio la oportunidad se nos dio porque como dice el campesino “el mulo que corcovea no sirve pa´ carretón”.

El presidente Fernández firmó el pasado jueves 14 un acuerdo con el ex candidato presidencial perredeísta, Miguel Vargas Mal donado. Los puntos del acuerdo harán posible que se apruebe la reforma constitucional en debate. Leonel presentó como una muestra de su desprendimiento el que no buscaría otra reelección en el 2012, difícil de entender ese desprendimiento porque constitucionalmente él no tiene ese derecho, fue electo con una constitución que consagra dos períodos y nunca más; así que más que desprendimiento fue una enorme ganancia, pero él dijo que se sacrificaba, y lo hizo. Vargas Mal donado presentó como logro suyo el que obligó a Leonel a renunciar a la reelección continua, a renunciar a un derecho que no tenía. Eso se llama ser buen negociante. Para mí valió la pena porque salimos del “dame más, que quiero más de ti” del reformismo.

Los puntos visibles del acuerdo están claros, los tenebrosos son aquellos que no se ven, como por ejemplo: Vargas Mal donado, siguiendo la lógica de que la guerra sólo se gana cuando tú sabes elegir al enemigo, está obligado a promover la candidatura presidencial, dentro del PLD, de Danilo Medina. Y como lo único que garantiza un posible retorno de Leonel en el 2016 es una derrota del PLD en el 2012, éste también está obligado a promover la candidatura de Danilo Medina. Esa es una tenebrosa coincidencia que los une, como la uña al dedo. Ya ambos encontraron para el PLD el buen perdedor. Si en eso es que está pensando Leonel, ha metido una zorra en el gallinero.

La otra tenebrosa, más peligrosa aún, es la tesis constitucional enarbolada por la banda Castillo. Estos sostienen que el plebiscito aprobado en la constitución está por encima de cualquier artículo y que si Leonel quiere recurrir a él para pedirle al pueblo que decida si él puede o no buscar la reelección en el 2012, nadie puede impedírselo, que sólo el pueblo tiene ese derecho. Y ese basamento jurídico es la esperanza de aquellos señalados como posibles candidatos para Najayo.

Y usted, con aceptable razón, me cuestionará, ¿y qué se podía hacer? No había que hacer nada, en materia electoral no había que hacer ninguna cosa porque tenemos “dos períodos consecutivos y nunca jamás”; y el nunca jamás es muy bueno, y el nunca jamás no potencializaba tan claramente la candidatura perredeísta y no potencializaba tan claramente la agonía peledeísta. Leonel, ahora, se opone al nunca jamás por una sola y única razón: por miedo, por miedo a su propia memoria, por miedo a que cuando llegue a un lugar y diga su nombre le respondan, ¿y qué?

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