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Greg Maddux deja un vacío que la nueva generación

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Por primera vez desde 1985, se jugará una temporada de grandes ligas sin Greg Maddux.

Será extraño no ver al sexto o séptimo mejor lanzador de todos los tiempos, el mejor pitcher de control de su era y tal vez el más listo de todos. No parece correcto que a poco de empezar una nueva campaña, Maddux no se encuentre en una rotación titular y Daniel Cabrera sí.

Tal vez parezca injusto comparar a un lanzador netamente inestable con uno de los pitchers más pulidos de la historia. Pero no es así. El punto es demostrar que el pitcheo es más que velocidad; requiere atletismo, inteligencia, confianza, coraje, competitividad, etc.

"Podría llenar un estadio con todos los jóvenes lanzadores del país que tienen una recta excelente", dijo el scout Ed Lynch de los Cachorros, quien ayudó a seleccionar al equipo olímpico estadounidense 2008 y participó en la elección de los integrantes del Team USA para el Clásico Mundial de Béisbol. "Pero no encuentro muchos con una buena bola de rompimiento, [quienes] realmente sientan el pitcheo".

Nunca nadie tuvo más talento especial para el pitcheo que Maddux, y nunca habrá otro como él. No estamos buscando al próximo Maddux, pero si así fuera, encontraríamos muchos más lanzadores que se asemejan más al anti-Maddux, como Cabrera. Recordemos cuán grande fue.

"La temporada pasada", dijo el gerente general de los Padres, Kevin Towers, quien contrató a Maddux como instructor especial esta primavera, "Greg hizo algo especial en todos los parques, sabiendo que probablemente sería la última vez que lanzaba allí. En Wrigley Field, practicó en el bullpen en un día libre. Dijo que iba a golpear una silla con la bola, que luego rebotaría contra pared de ladrillo y terminaría en el plato. La segunda vez que lo intentó, golpeó la pata de la silla de metal, la bola rebotó contra la pared y se posó en el plato".

Maddux parece un bibliotecario, pero es un mago, un gran atleta que no parece serlo y un lanzador que contribuyó a su causa en todo momento en el campo de juego. Ganó 18 Guantes de Oro, más que cualquier otro jugador en la historia.

"Greg nunca lanzó un pitcheo derecho en su vida, pero cuando lanzaba a las bases, nunca he visto a un pitcher lanzar más derecho. Era un pase perfecto cada vez", dijo Walt Weiss, ex campocorto de los Bravos, quien fue compañero de Maddux durante tres años. "Es por esto que era un grande en todos los aspectos del béisbol. Se adaptaba a cualquier situación".

Maddux podía batear, tocar y correr las bases (fue el lanzador más veterano en robar una base). Nunca hizo nada en la lomita que pudiera perjudicarlo a él o a su equipo. Permitió apenas 137 hits y entregó apenas 999 bases por bolas en 5,008 1/3 entradas trabajadas, y promedió apenas tres lanzamientos salvajes por año. Siempre estaba alrededor del plato; él y su cátcher siempre estaban sincronizados. Con él en la lomita del 2003 al 2005, los receptores de los Bravos no tuvieron ni una bola pasada, lo que significa que en tres años, nunca confundió a un cátcher; nunca erró su posición por un pie y medio, como les sucede a tantos lanzadores, haciendo que el receptor pierda el lanzamiento.

Ya no hacen pitchers como Maddux por el simple hecho de que los equipos están más deslumbrados que nunca con las lecturas de radar y los brazos grandotes en vez de buscar lanzadores que sepan lanzar. Ahora hay más lanzadores fuertes que nunca, más pitchers con habilidades groseras, pero pocos lanzadores completos. Hace 20 años, los pitchers eran grandes atletas que bateaban en tercer lugar y jugaban de campocorto en la preparatoria los días que no lanzaban.

Así desarrollaron las habilidades que todo lanzador completo debe tener, incluyendo la capacidad de batear, atrapar un rodado y correr las bases. Estamos en una era en la que demasiados pitchers pasan demasiado tiempo trabajando en la técnica y no en el atletismo. En vez de jugar con los equipos de fútbol americano o de básquetbol en la preparatoria durante la temporada baja, se encierran para trabajar en sus pitcheos con la esperanza de lanzar más fuerte. Hemos creado una generación de pitchers robot quienes lanzan a 95 mph pero poco saben del fino arte de lanzar.

Cabrera es uno de esos pitchers. El año pasado, estadísticamente, fue el peor lanzador de fildeo de la Liga Americana, aunque solamente cometió un error. En 180 entradas, tuvo 11 asistencias. En 194 entradas, Maddux tuvo 57 asistencias. Cuando Cabrera era un joven pitcher con los Orioles, en una práctica intentó atrapar un rodado con el guante para abajo, en vez de arriba y abierto, como si estuviera aplastando la bola. "Nunca había visto nada como eso en mi vida", dijo un Oriol. "Es muy crudo, lo sabemos. Pero es como si nunca hubiera atrapado un rodado en su vida".

El año pasado, Cabrera encabezó la Liga Americana con 15 lanzamientos salvajes. En 841 1/3 entradas de carrera, tiene 60 lanzamientos salvajes, solamente 10 menos de los que tuvo Maddux en casi el séxtuple de entradas trabajadas. Cabrera quedó segundo en la Americana con 90 bases por bolas la temporada pasada; en 1995-96, Maddux permitió 71 pasaportes en total. Cabrera también permitió la segunda mayor cantidad de robos (27 outs en 31 intentos) en la LA el año pasado.

Maddux nunca fue bueno reteniendo corredores, pero eso no era importante para él.

"Me encantaba sentarme a su lado en el banco durante los partidos", dijo Chris Young, lanzador de los Padres y graduado de Princeton. "Un día, me miró y me dijo, ‘Solamente el 18 por ciento de los corredores anotan. Así que no te preocupes por los corredores. Solamente concéntrate en el bateador’".

Maddux terminó su carrera con un promedio de bateo de .171, conectó 272 hits — "Soy un pésimo bateador", dijo una vez — y tuvo 180 toques de sacrificio. Pero cuando llegaba la hora de poner la bola en juego, de hacer algo en el plato para ayudar a su equipo a ganar, Maddux generalmente lograba su cometido. A diferencia de Maddux, Cabrera ha lanzado en la Liga Americana durante toda su carrera, por lo que ha trabajado muy poco en su bateo. Pero en 14 turnos al bate de grandes ligas, Cabrera se ponchó 14 veces.

A Cabrera no lo ayuda el hecho de medir 6’9" y pesar 270 libras [2,06 m. y 122 Kg.]. Maddux mide 6 pies y pesa 170 [1,83 m., 77 Kg.], es muy compacto y fundamentalmente perfecto en todos los sentidos. La descarga de Cabrera es puro brazos y piernas; se parece a un hombre cayendo de un árbol. Tal vez la mala mecánica sea una de las razones por la que lanzó el más alto porcentaje de rectas (81 por ciento) en la Liga Americana el año pasado — no se tenía confianza para lanzar otra cosa cerca del plato. Frustró tanto a los Orioles con su inconsistencia que no veían la hora de deshacerse de él. Ahora está con los Nacionales y tiene la oportunidad de empezar de cero. Solamente tiene 27 años. Tiene tiempo para encontrarse.

Esperemos que pueda hacerlo. Pero los lanzadores que no saben batear, no saben jugar en el campo, no saben lanzar strikes, ni contener corredores, ni concentrarse a los 27 años, no suelen lograrlo a los 30. Con el "sentido" de pitcheo se nace; es algo que Maddux tenía en la preparatoria y que tuvo el día que lanzó por última vez en las Grandes Ligas. Vamos a echarlo de menos. Mientras tanto, los jóvenes lanzadores como Cabrera lucharán por desarrollar algo de lo que Maddux tenía.

Tal vez puedan golpear una silla en el bullpen con un pitcheo, pero solamente por casualidad.

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