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Las vacas de Don Quirino

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Cuando Quirino Ernesto Paulino Castillo fue detenido en una operación conjunta de la Drug Enforcement Administration –DEA- y la Dirección Nacional de Control de Drogas –DNCD-, en el caso de l,337 kilos de cocaína destinado a una importante empresa de zona franca de Santiago, entre sus fortunas rastreadas, cuantificadas y ubicadas estaba la finca modelo de San Juan de la Maguana.

En esta propiedad El Don tenía una crianza de vacas que se ordeñaban al ritmo de música clásica.

El Don, como les decían sus relacionados, desde generales, funcionarios del pasado y el presente gobierno, empresarios, religiosos, dirigentes de los partidos políticos, candidatos y en fin quienes llegaban hasta él, sintió el peso de la soledad una vez que fue apresado. Nadie se interesaba por su situación que no fueran sus familiares.

Este estado emocional provocó una reacción en cadena, porque cada día que pasaba se acercaba el momento de ser extraditado a los Estados Unidos, donde le esperaba un expediente copioso, documentado y pruebas para la condena.

Desde que se subió al avión de la DEA, Quirino tenía en agenda la negociación, y fue por eso que envió de avanzada a uno de sus hijos con fotografías, videos y documentos de quienes compartían y participaban en sus negocios, puesto que era un hombre de negocio hasta el momento de la confiscación del cargamento de Los Alcarrizos, que iba en un camión escoltado por el coronel Nin Terrero.

Actualmente, existe todo un tribunal de la morbosidad, donde corren nombres y nombres de personas que una vez se materialice el pacto de Quirino de protección a sus familiares, serían llevados frente a la juez que tiene el caso en la Corte Federal de New York.

Una cosa está clara, Quirino no es el primero ni el último capo que acepta cooperar con las autoridades norteamericanas a cambio de dejarle parte de su fortuna, protección para su familia y la suya.

En el libro Pacto en La Sombra de los periodistas Edgar Téllez y Jorge Lesmes, en las páginas 118,189.120,121, 122, y 123, se relata como el capo Pepe Campuzano, explica a los hermanos Ochoa, los beneficios de la negociación dentro el programa de resocialización o protección de testigo, implementado por el gobierno de los Estados Unidos en la persona Yanet Reno.

Los periodistas Téllez y Lesmes relatan que muy inquieto, Jorge Luís Ochoa pregunta a Campusano si las altas esferas de Washington respaldaban el programa de resocialización o colaboración, y de inmediato Campuso expone, el –asunto es que Larry Castillo, me dijo que si, que ese acuerdo era avalado por Yanet Reno y, de inmediato puntualiza –si, hermanos, seguro, entiende, gente muy poderosa en Estados Unidos. Es con política como en el futuro pueden acabar de una vez con el narcotráfico, hermanos. Deje, le sigo contando cómo es la vaina. De entrada, uno dice que no vayan a molestar a la familia, Eso fue lo que nos dijeron que pidiéramos. Les dijimos…-vamos a colaborar con ustedes, Les vamos a dar una plata, les vamos a entregar positivos, entonces, hombre no vayan a molestar a la familia. Ah, de entrada le van a pedir un billete, màs o menos 500 mil dólares. Es plástica, es para iniciar los tras trámites de los abogados. Nada más-.

Justamente, eso es lo que ha hecho Quirino, negociar, entregar rutas, nombres de los cabecillas de las redes en la República Dominicana, Colombia y México.

Este es un caso que por su trascendencia en cuanto a la narco-política, el poder económico, militar, policial y en otros estamentos, solamente es superado por el caso de los hermanos Rodríguez Orejuela, los jefes del poderoso Cartel de Calì.

Es tal la magnitud, que por actuar con prudencia, firmeza y decisión, el caso Quirino le costó el cargo en la DNCD al Almirante Iván Peña Castillo, que pasó a la jefatura de la Marina de Guerra, y una vez que inició un trabajo de combate frontal a los viajes ilegales y el trasiego de drogas por la región Este, fue destituido, enviado a un cargo burocrático sin mando hasta que fue puesto en retiro.

Ese es el precio cuando se asumen responsabilidades, y el caso Quirino no era, ni es cualquier cosa.

El caso Quirino se inicia una vez que lleguen las personas que innegablemente son requeridas, unos como testigos y otros como parte del expediente. Y si Quirino negoció, los que lleguen nuevos a la corte seguirán un camino trillado por otros, que también negociaron.

Entre tanto, sería bueno que alguien diga dónde están las vacas de Don Quirino, ¿se vendieron?, ¿cuál fue el precio?, o si se murieron, ¿por qué esa vacas estaban vivas, saludables y en las fincas de San Juan, donde un grupo de supuestos –hombres y mujeres sin tierra, invaden esas fincas?.

Para poder detener la invasión hubo que instalar un destacamento, y como no pudieron ocupar las fincas de Quirino, ocuparon la de un vecino.

Tanto el caso Quirino, como el de Paya, tienen que ser enfrentados por la máxima autoridad de la nación, el presidente Leonel Fernández Reyna, con firmeza.
El momento requiere de acciones contundentes ejemplarizadoras, en un momento en que la jefatura de la Marina informa que 40 efectivos, entre oficiales superiores, subalternos y otros oficiales han sido destituidos por los viajes ilegales y sus vinculaciones con el narcotráfico. Recuerde que el comando de exterminio de los colombianos asesinados en Paya estaba integrado por coroneles, entre ellos un asistente del jefe de la Marina de Guerra. Esto no es un juego y ahora está preso un coronel de la policía, oficiales y agentes de servicios en Puerto Plata por supuestamente, estar involucrados en protección de narcotraficantes y asesinatos por encargos.

Son situaciones altamente preocupantes, y el presidente de la República, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y la administración pública, tiene que actuar porque para eso está el artículo 55 de la Constitución de la República y asumiendo la revolución moral que anunció en la Asamblea Nacional, tiene que impulsarla predicando con el ejemplo.

Así se lo escribo y digo: ¡presidente, actué sin contemplaciones y este 27 de febrero llénese de gloria!

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