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Lincoln, una referencia constante en los actos de investidura de Obama

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Washington (EFE).- El presidente electo de EEUU, Barack Obama, siempre ha dicho que uno de sus modelos es Abraham Lincoln y para demostrarlo, el presidente que abolió la esclavitud es una referencia constante en los actos de investidura.

La atracción de Obama por el presidente que muchos consideran el mejor en la Historia del país viene de lejos, desde los tiempos en que era un simple senador estatal en Illinois, el estado de donde también procedía Lincoln.

Como el presidente número 16, el futuro mandatario lanzó su campaña electoral, hace casi dos años, en Springfield, la capital de Illinois. Ambos comparten la profesión -la abogacía- y una excelente retórica.

Pero los paralelismos, y las referencias al autor del discurso de Gettysburg, se han multiplicado en los últimos tiempos, en especial desde que ha quedado claro que, como su venerable predecesor, Obama asumirá el cargo en un momento de especial crisis para el país.

Los actos de investidura se han inspirado cuidadosamente en Lincoln. Hoy, Obama comienza los festejos con un viaje en tren desde Filadelfia a Washington similar al que desarrolló su antecesor para instalarse en la Casa Blanca.

Los actos oficiales en Washington comenzarán el domingo con un macroconcierto precisamente al pie del Monumento a Lincoln, en uno de los extremos del Mall, el parque que atraviesa el centro de Washington y termina en el Capitolio.

Uno de los primeros actos de Obama al mudarse a Washington, el pasado día 5, fue precisamente visitar el Monumento con su esposa, Michelle, y sus hijas, Malia y Sasha, para reflexionar sobre el personaje y el elocuente discurso de investidura que pronunció en 1861.

La Biblia que utilizará para jurar el cargo el próximo martes es la misma que empleó Lincoln en su ceremonia hace 148 años. Es la primera vez que se emplea desde entonces en una investidura presidencial.

El título del discurso de Obama, "Un Nuevo Nacimiento para la Libertad", se ha sacado del Discurso de Gettysburg, uno de los más célebres de la Historia.

En él Lincoln, en plena Guerra de Secesión y para conmemorar el establecimiento del Cementerio Militar Nacional en ese campo de batalla, afirmó que "el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra".

Tras su jura del cargo, Obama almorzará, como es tradicional, con los legisladores estadounidenses en el Capitolio. El menú consistirá en sopa de mariscos, faisán y pastel de manzana, en un eco de las preferencias culinarias del presidente número 16.

Y por si a alguno se le hubieran pasado desapercibidos los paralelismos, el almuerzo se servirá en una vajilla réplica de la escogida por la esposa de Lincoln, Mary, en la investidura de su esposo.

Toda esta serie de alusiones ha hecho que los críticos del presidente electo le acusen de soberbia.

Obama, quien en su discurso de victoria electoral citó a su antecesor al asegurar que "no somos enemigos, sino amigos", afirma que lo que pretende es enviar un mensaje de que EEUU se encuentra en una encrucijada crucial y que es necesario usar las mejores ideas, vengan de republicanos o de demócratas, para superar los problemas.

Y los que tiene sobre la mesa son unos cuantos. Si Lincoln tenía ante sí la posible ruptura de la Unión, Obama afronta la peor crisis económica desde la Gran Depresión y dos guerras abiertas, en Irak y en Afganistán.

Para afrontarlos, el presidente electo -cómo no- ha vuelto la vista al mandatario que le inspiró. En una de sus primeras medidas, para su Gabinete ha elegido no solamente a algunos de sus aliados, sino también a algunos de sus antiguos rivales, tal y como hizo Lincoln en su día.

Obama ha incorporado así a Hillary Clinton como secretaria de Estado y al republicano Robert Gates, que ya ocupaba el cargo con Bush, en Defensa.

Como Lincoln al principio de su mandato, el presidente electo ya ha comenzado a afrontar las primeras críticas. Algunos en la izquierda le acusan de hacer propuestas demasiado moderadas. Y los republicanos miran con sospecha su plan de reactivación económica por valor de 825.000 millones de dólares.

Obama cree que, como Lincoln, acabará demostrando su razón.

"Mi función -afirma- es simplemente explicar lo más honradamente posible cómo son las circunstancias, cuáles son las mejores ideas para hacerles frente. Si lo consigo, creo que podremos unirnos para resolver los problemas".

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