Por: Homero Luciano
Es el lejano oeste, el escenario donde se recrea la popular “novela de vaquero”, un género narrativo de entretenimiento, cuyos inicios se registran a principio del siglo diecinueve en los estados unidos, siendo su principal mentor Owen Wister, con su novela El Virginiano, por el año de 1902.
España, es en cierta medida quien para nosotros se apropia de este género, teniendo como precursor importante a Esteban Hernández y Fernández con su novela “Los hijos del desierto”, pero según algunos estudiosos de este tipo de “Literatura”, la figura que brilla con gran esplendor durante todo el siglo XX, es Marcial Lafuente Estefanía, quien abrió el camino de la lectura a varias generaciones de españoles e hispanoamericanos , al conducirnos con magistral habilidad por el mundo de la evasión y la aventura, en el que siempre ganaban los buenos, y los malos terminaban en la horca, o en un ataúd con varias onzas de plomo.
Marcial Lafuente Estefanía, era ingeniero industrial, realizó obras hidráulicas en Angola y también en Norteamérica. Sus viajes entre los años de 1928 al 1931, le permitieron recorrer los Estados Unidos, especialmente por California, Arizona, Nuevo México y Texas, adquiriendo un profundo conocimiento de este país y cuyas vivencias le sirvieron de inspiración para sus historias.
En cierta ocasión le cuestionaron sobre cuál era las fuentes que nutrían la exactitud de sus relatos y dijo que tenía tres archivos que le resultaron más que suficientes: “una obra muy completa de historia de Estados Unidos, un atlas muy antiguo de ese país, donde aparecían los pueblos de la época, y una guía telefónica estadounidense en la que encontraba los nombres de sus personajes”.
Es en el año de 1943 que publica su primera novela del oeste, con el título de “La mascota de la pradera”, y a partir de entonces más de una generación, ha podido disfrutar de la producción prolífica de este escritor, quien registra más de 3000 títulos diferentes, y cincuenta millones de ejemplares vendidos.
Fue un fenómeno de la época y aún sigue vigente en nuestros días, gracias a sus hijos y nietos que todavía escriben por él, firmando estas producciones con el nombre de “MARCIAL LA FUENTE ESTEFANIA”. Marcial, esa fuente inagotable de sano entretenimiento murió el 7 de agosto de 1984 en Madrid a los 81 años, a causa de una pulmonía doble, y sus restos reposan en el cementerio madrileño de La Almudena.