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Meditabundo: El agradecimiento no envejece. Tiene memoria

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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En el rumbo de los recuerdos arribando al puerto de los 90 veranos, se me presenta el momento que por última vez vi su rostro dormido para siempre y en el silencio interior me dije: mi capitán de la mar océano John Percival no dejaré de verte, escucharte, recordarte. Las huellas bienhechoras son eternas, las cien mil cien millas que en convivencia me entregaste en los distintos mares explicaron en mi alma, razón, que la vida es deber.

La larga travesía nos enseña que no hay malas situaciones sin esperanzas. Muy frecuente se presentan hombres que ignoran que hemos estado en casos, explicar que una cosa de desafío alegre y otra la creencia de lo insoluble en realidad, siempre hay rumbos sin error en la tormenta. Durante el Mistral (tormenta) en el Mar Mediterráneo 1953, el capitán John Percival insistió en cambios de rumbos en defensa de las impetuosas olas y viento. Su ánimo superior nos daba impulso a ver llegar la calma. Varias veces en distintos mares nunca vi el temor de mi capitán ante la furia invisible de los elementos. Era un triunfador, nada de turbado ni expresiones faciales de desesperanza. No estaba en su pensar el naufragio. Cuando amarró los cabos del Yate Moineau cubierto de sal marina en la travesía de San Juan, Puerto Rico a Santa Cruz de Tenerife, Islas Canaria. Me dijo: vamos al Club Náutico a disfrutar una merluza con vino tinto. En su conversación expresaba ser un hijo de la vida marinera. Una noche en un restaurant en Brooklyn, New York, cerca del muelle número 31, me decía: sea que llueva con relámpagos o el sol brille en la mañana, el orto esté nublado o gris; ahí estaremos y no solos, navegamos con Dios. Fue un educador, me mezclaba en sus directivas, aprendí que la educación debe estar basada en la explicación racionalistas de los fenómenos de la naturaleza, el relativismo ético y social para formar hombres con el conjunto de cualidades psíquicas y afectivas que condicionan la conducta. En la mar se vive la necesidad de amar al hombre solo por ser hombre. La gratitud me mantiene feliz, por eso continúo navegando con mi maestro John Percival.

Nuestra invitada de hoy. La Madre Teresa de Calcuta: “Felices los que dan sin recordar, y reciben sin olvidar”.

El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.

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