La sociedad dominicana atraviesa una pérdida moral y ética que espanta…la gente está descreída, son demasiadas desfachatez y poca vergüenza. Los opinadores, los “líderes” de opinión de Santiago, en su gran mayoría, han sido atrapados por el conservadurismo y el dejar pasar, dejan hacer.
Es que la crisis lo arropa todo…y hay que sobrevivir, sumarse al carro mercantilista, aún a costa de los principios, aún a costa de ponerse del lado de la corrupción, de las administraciones deficientes, de la falta de transparencia y ética pública.
El asunto es sobrevivir. Lo lamentable de esto es que esta conducta arrastra con todo, hasta con aquellos que pregonan y venden una imagen de seriedad y probidad. El asunto es estar en la nómina pública del gobierno de los ayuntamientos, como asesores, como maestro de ceremonia, como contratistas, con patrocinios de torneos o de programas, aunque para ello, muchos periodistas tengan que sumarse al silencio cómplice, el ocultamiento y la mentira.
Uno se pregunta ¿se puede ser “periodista independiente y objetivo”, y a la vez servir de maestro de ceremonia, asesor o contratista de la alcaldía o las dependencias del Estado?
Y se torna más grave el caso porque la mayoría de los periodistas y comunicadores no lo hacen por convicciones políticas afines o por razones estratégicas de corte empresarial. No.
Esta es la época de la “prensa cortesana” de Santiago. Atrás quedó que la prensa y en general los medios constituían espacios reservados para el debate de los asuntos cívicos, para la formación de conciencia crítica y el control ciudadano del poder.
El nuevo alcalde de Santiago, Gilberto Serulle, debe observar esta realidad. Es por ello que desde ahora, no bien se sienta en la silla de la alcaldía municipal, en vez de los opinadotes y “líderes de opinión” desenmascarar y denunciar el desorden, la corrupción y el pandillaje encontrado en el Gobierno municipal, y exigir castigo para los culpables, se expresan criticándole que “las expectativas pueden ser excesivas respecto a Serulle y sus seis años”. Y que “Serulle estrena un período de populismo, en refuerzo de la tradición perredeísta”.
Y sin atreverse a tocar la corrupción, el nepotismo y el bandidaje de la pasada administración, tienen el tupe de decir que “Los pasados ocho años de dos gestiones consecutivas del reformista José Enrique Sued sirvieron para consolidar un estilo basado en la profusión de pequeñas obras en desmedro de los megaproyectos, con excepción del Eco Parque Rafey, cumbre de realizaciones municipales en cualquier período”.
Apenas a horas de asumir Gilberto Serulle la alcaldía, le dicen que “Llegó la hora de las acciones, no es suficiente la declaratoria de primer municipio “socialista” del país. Hay que sumar voluntades para aprovechar la euforia y fiebre política que concita el “serullismo” que, como escobita nueva, parece barrer con todo.”
Gilberto Serulle ha aunado voluntades, amigo, para poder enfrentar los montones de basura hediondas que de manera taimada dejo José Enrique Sued que se acumulara en los barrios y la ciudad de Santiago, uniéndose decenas de camiones y palas mecánicas de empresarios y amigos del alcalde en la limpieza de la ciudad
Gilberto inicia una gestión municipal transparente, solidaria, humana e integracionista, con la participación de todos los sectores de Santiago.
Es verdad que hay que encarar asuntos básicos y en eso está Serulle y su equipo de Gobierno municipal, claro, sin olvidar, que lo que padecemos hoy tiene nombre y apellido, y que de alguna manera tendrá que pagar por el sufrimiento acarreado a los hombres y mujeres trabajadores y serios de Santiago. Si eso es populismo, que viva el populismo.
El autor es periodista
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