Amor y odio para Manny en su regreso a Boston

BOSTON.- Una ligera mayoría lo silbó, muchos lo aplaudieron, pero todos vinieron a verlo.

El retorno de Manny Ramírez a Boston eclipsó por completo al resto de los jugadores que estuvieron en Fenway Park e incluso sacó de los medios locales la derrota que sufrieron los Celtics locales en la final de la NBA una noche antes.

Casi 38 mil fanáticos –exactamente 37,723, el lleno consecutivo 589 desde el 15 de mayo del 2003– colmaron las graderías del viejo y venerado parque de los Medias Rojas para presenciar el primero de tres partidos entre las dos franquicias más populares de Grandes Ligas que no se llaman Yankees.

El venezolano Félix Doubront se convirtió en el segundo zurdo más joven en ganar en su debut con los Medias Rojas, los dominicanos David Ortiz y Adrian Beltré siguieron ardiendo con el madero al hombro y J.D. Drew pegó jonrón en su primer turno contra los Dodgers desde que optó por salirse a mediado de un contrato con ellos en el 2006 para cimentar el triunfo de Boston 10-6 en una caliente y electrizante noche.

Con el triunfo, Boston, que ha salido airoso en 19 de sus últimos 26 cotejos, se colocó a un juego de Yankees y Tampa Bay, que están empatados en el primer lugar de la poderosa División Este de la Liga Americana. Con su derrota, los Dodgers cayeron momentáneamente al segundo lugar de la División Oeste de la Liga Nacional, medio juego detrás de los Padres de San Diego.

Pero la historia en "Beantown" fue Manny. El extravagante jardinero jugó su primer partido aquí desde que sostuvo una disputa pública con la gerencia que desembocó en un canje a los Dodgers en julio 31 del 2008.

La segunda visita de los Dodgers al Fenway, esta vez con Ramírez en el roster vistiendo el #99 y colocado de cuarto y bateador designado en la alineación de Joe Torre, provocó una histeria colectiva en Boston, cuya fanaticada aún no se recuperaba por la derrota de sus Celtics ante los Los Angeles Lakers en el séptimo partido de la final de la NBA menos de 24 horas antes.

En su primer turno al bate, en la segunda entrada, Ramírez fue recibido por una afición prácticamente dividida a la mitad. Inicialmente el abucheo superó la ovación, pero poco a poco los aplausos superaron los silbidos.

En sus siguientes apariciones los ánimos se calmaron un poco, pero el público rugió cuando Ramírez fue ponchado por el relevista Daniel Bard en la novena entrada para terminar el encuentro.

Por un lado, los fanáticos querían castigar a Ramírez por acelerar su salida de la ciudad hace un año y medio. Por el otro, cualquier cosa relacionada con Los Angeles tiene pocas posibilidades de recibir cariño en Boston al menos por estos días.

"Pienso que tuvo una recepción mixta, incluso mejor de lo que esperábamos", dijo el jardinero Matt Kemp. "Los fanáticos lo adoran, el tipo es especial", agregó.

"Jamás silbaría a Manny, las cosas positivas que hizo por Boston superan por mucho las posibles negativas", dijo Matt O’Malley, de 44 años, que aseguró boletas para los tres partidos del fin de semana desde diciembre del año pasado.

Al lado de O’Malley una señora, con edad para tener un par de nietos, exhibía orgullosa una pancarta que decía: "Manny Being Manny. Thanks for the memories" ("Manny es Manny. Gracias por los recuerdos"). Muchos fanáticos portaban unas pequeñas pancartas regaladas por una emisora local que decían: ¿Quién necesita a Manny?

"No hay razón para silbar a Manny, ninguna", dijo Ortiz, cuyo cuadrangular en la primera entrada contra el venezolano Carlos Monasterios fue el 274to. con la camiseta de los Medias Rojas, empatando en el quinto lugar del liderato histórico del equipo con ¡Manny Ramírez!

Durante seis años y medio, Ortiz y Ramírez formaron una de las parejas más temibles del béisbol moderno. "Ese loco ganó dos series mundiales y en una fue el Jugador Más Valioso, además nunca tuvo problemas con los fanáticos", agregó Ortiz.

Ramírez, quien bateó .312 y empujó 868 carreras en su estadía con los Medias Rojas, mantuvo intacta su racha de días sin hablar con la prensa, la cual comenzó desde exactamente su segundo día en los campos de entrenamientos primaverales.

"Manny no quiere hablar, dice que hablará con su bate", dijo el intermedista dominicano Ronnie Belliard.

"La contribución de Manny a la organización de Boston fue grandiosa, los ayudó a ganar dos campeonatos, que no es poca cosa", dijo el dominicano Manny Mota, quien es miembro del staff de coaches de los Dodgers. "Manny es una institución en Boston y en el béisbol", agregó Mota.

"Esta es una ciudad en donde el abucheo es algo común, pero pienso que mucha gente recordó los campeonatos que Manny ayudó a ganar", dijo Torre luego del partido.

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