París.- El ex dictador panameño Manuel Noriega, "abatido" anímicamente y en prisión preventiva en Francia desde el martes, permanecerá en una cárcel de París a la espera de la fecha de un nuevo juicio por lavado de dinero del narcotráfico, que podría celebrarse en los próximos meses.
Un juez francés, Jean Michel Matthon, dictó prisión preventiva para Noriega horas después de que éste llagara extraditado de Estados Unidos. El magistrado motivó su decisión en el riesgo de un "delito de fuga".
"Lo sentimos particularmente abatido por la decisión" del juez, dijo el miércoles a la AFP uno de sus abogados, Yves Leberquier, que visitará a Noriega en la cárcel de La Santé, en el sur de París.
Noriega, de 76 años, purgó 17 años de cárcel en Estados Unidos por tráfico de estupefacientes y aguardaba desde 2007 una decisión sobre el pedido de extradición a Francia.
"Es un momento difícil para él", sostuvo Leberquier, al ser interrogado sobre la manera en que el hombre fuerte de Panamá en los años 80 vivía sus primeras horas en Francia, donde le espera un nuevo juicio, esta vez en presencia.
En 1999, el Tribunal Correccional de París -de delitos penales- lo condenó en ausencia a 10 años de reclusión por lavado de dinero del narcotráfico, principalmente en inversiones inmobiliarias, y a una multa de 11,4 millones de euros.
El 12 de mayo próximo los tres jueces de la sala del Tribunal Correccional celebrarán una breve audiencia para establecer la fecha del nuevo juicio, indicaron fuentes judiciales. Según la prensa, éste podría celebrarse en los próximos seis meses, posiblemente en junio o julio.
Leberquier confirmó que antes de esa fecha apelarán la orden de prisión preventiva, trámite para el cual tienen diez días, y presentarán -aunque no dio una fecha- un pedido de puesta en libertad.
La justicia francesa juzgará a Noriega por los mismos hechos que le valieron la condena en rebeldía en 1999, referidos al lavado en Francia de 2,3 millones de euros que recibió del cartel de la droga de Medellín, dirigido entonces por Pablo Escobar, e invertidos en el sector inmobiliario.
Ese dinero ingresó en Francia a través de cuentas bancarias en París y Marsella a nombre de la esposa de Noriega, Felicidad, y de sus tres hijas. Parte del dinero sirvió para comprar tres apartamentos en distinguidos barrios de la capital.
Noriega afirmó a mediados de los 90 que ese dinero provenía de su fortuna personal -estimada en 200 millones de dólares- y del dinero que cobraba de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, que lo reclutó como espía en los años 70.
El martes, Noriega pidió ser repatriado a Panamá, dijo que sufre de hipertensión y reclamó su inmunidad como ex jefe de Estado.
"Tengo derecho a todo lo que establece la Convención de Ginebra (…), a la repatriación tras el fin del cautiverio como prisionero de guerra", declaró el martes Noriega, encorvado y debilitado, lejos de la figura que en 1987 recibía en Francia la Legión de Honor, unas de las más altas distinciones de este país.
La cancillería panameña indicó que corresponde a la Corte Suprema y la Fiscalía panameñas, y no al ejecutivo, decidir si Panamá pide a Francia su extradición.
Noriega fue capturado en 1989 después de que tropas estadounidenses perpetraran una cruenta invasión de su país y lo derrocaran, llevándolo a Estados Unidos, donde fue juzgado y condenado en 1992 a 40 años de prisión, pena sucesivamente reducida a 30 años y a 17 años.
En Francia, la batalla judicial acaba de empezar.
El reconocido penalista francés Olivier Metzner sostuvo que Francia "faltó a su palabra", pues se había comprometido con Estados Unidos a "mantenerle su estatuto de prisionero de guerra".
"Cuando se habla de tráfico de cocaína no pueden considerarse actos de un jefe de Estado", respondió el fiscal, Philippe Bourrion.
Metznet insistió: "Vamos a hacer todo para demostrar que su lugar no está en Francia. Este hombre debe volver a su país, a Panamá".