Agradecimientos por Bernardina Aybar Peña

El pasado miércoles 3 de febrero me acosté a la hora acostumbrada, no sin antes llamar a mi hermana Elvira, para saber como seguía la doña, me dijo que todo estaba bien e inmediatamente emprendí mi dormidera, pero alrededor de las 12.30, es decir, a los 30 minutos del jueves 4 respondí una llamada de Carlos y éste me informaba que la doña había muerto. De forma rápida me dijo que se había levantado de su cama, fue al baño y al regresar se lanzó al pecho de su hermana Paula y allí quedó abatida por un infarto fulminante.

Los familiares y amigos hemos perdido a una persona que supo dar ejemplos de humildad y respeto, alguien que aunque sólo se dedicó a la crianza y cuidado de sus hijos y nietos, supo deslindar entre el bien y el mal. Venía de aprender las enseñanzas de dos campesinos, Gregorio Aybar Martínez y Martina Peña Almonte, ambos oriundos de Mao pero radicados en El Corozo de Altamira. Compartió durante décadas con un maestro y hombre de bien, Luís Enrique Veras a quien decía: “ Usted”, no obstante las relaciones conyugales que produjeron la aparición de: Adriano, Aurelia, Carlos, Ángel, Elvira y Filomena.

La doña era la tercera de una familia de 10 hermanos y con los años pasó a ser la madre del conjunto familiar, se le veía como el centro de la familia Aybar Peña y tenía que ser así, pues dio muestras de apego a lo suyo en el plano familiar, actuaba como cuan gallina apegada a sus polluelos.

Bernardina, aunque no participaba de la política nacional, vivió los rigores de la misma, pues en los desgraciados 12 años de la dictadura balaguerista, ella era parte del proceso de manera directa, debido a la persecución de que fuimos victimas los miembros del MPD y de las demás organizaciones revolucionarias. Temía de manera permanente perder a su hijo, y no bastaban las aclaraciones en el sentido de que nada pasaría, ella sólo se guiaba por las noticias constantes sobre desapariciones y ajusticiamientos que cometían los continuadores del trujillismo, además de que actuaba con el sentimiento de madre, el cual resulta muy distinto al de la mayoría de los padres.

Nunca olvidaré aquellas frases tan comunes, de: “Tu me va a ser morir con cuchillitos de palos”, reprochándome las situaciones en que caía preso o me andaban buscando las huestes del terror, del hoy “apóstol”, Joaquín Balaguer.

A partir del año 1978, mi vieja tuvo cierta tranquilidad, ella pudo darse cuenta de que era necesario salir de la pesadilla que destruía a la nación desde el año 1966, aunque cuánta ironía, hoy que ella se fue físicamente, el país es victima nueva vez, ya no de una pesadilla, sino de varias: la inseguridad, la impunidad, el auge del consumo de estupefacientes , la corrupción publica y privada, todos esos males y muchos otros de la mano con la reducción de lo poco que nos queda de soberanía territorial.

Al final la vida le jugó una patraña, pues no obstante haber visitado al médico y éste haberle dicho que no tenía nada, ella dudaba de la veracidad de la información y el domingo pasado, estando en el frente de la casa y levantando los brazos como si implorara hacia arriba, me dijo: ”… el doctor dice que yo no tengo nada, pero solo le pido a Jesucristo que no me quite el apetito” y siguió comiendo y fumando hasta la tarde del día de su muerte, cuando un fulminante infarto terminó con su existencia.

Gracias del alma a todas las personas e instituciones que de forma solidaria se han unido al gran pesar de las familias Veras Aybar, Veras García, Veras Ureña, Fernández Veras, Veras Bonilla, Veras Moya y a todos los que conforman nuestro ámbito familiar.

Gracias al camarada y amigo Manuel Almonte Salazar, a la dirección del PCT, a Virtudes y Maria Teresa del MIUCA. A los compañeros Higinio Báez y Juan Gómez; del Movimiento Popular Dominicano y de Fuerza de la Revolución respectivamente. Agradecimientos eternos al compañero Dr. Senén Caba, presidente del CMD, quien junto a Gómez Sánchez olvidaron el recorrido de cientos de kilómetros y nos acompañaron en el dolor. A la ex senadora y candidata, la señora Ginette Bournigal, gracias por estar con nosotros. Infinitas gracias a los amigos que nos han reconfortado dándonos la solidaridad que el momento requiere, tanto los que residen en el país, así como aquellos situados en el exterior.

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