El ex cónsul general de Haití en República Dominicana y director ejecutivo de la Fundación Zilé, Edwin Paraison, advirtió que la situación en Haití se agrava cada día ante la lentitud con que la comunidad internacional ejecuta las resoluciones aprobadas por la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para crear una fuerza internacional destinada a eliminar las pandillas armadas que controlan el país.
Durante una entrevista en el programa Propuesta de la Noche, producido por el periodista Manuel Jiménez y transmitido por Teleimpacto (canales 22 y 52), Paraison explicó que la conformación y despliegue de dicha fuerza podría tardar entre cuatro y cinco meses, tiempo suficiente para que los grupos criminales sigan ampliando su dominio sobre el territorio haitiano.
Recordó que el principal obstáculo es financiero. Señaló que la misión anterior, que contemplaba el envío de 2,000 efectivos, no logró reunir los 800 millones de dólares requeridos para su sostenimiento.
La nueva propuesta, que incluiría hasta 5,500 militares y policías, enfrenta el mismo problema. “El respaldo diplomático de Estados Unidos y Panamá no garantiza los fondos, y las tensiones internas en Washington complican aún más el panorama”, afirmó.
Paraison indicó que la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU tiene el patrocinio de Estados Unidos y Panamá, pero la recaudación de los recursos y la coordinación logística avanzan lentamente.
“Si el financiamiento se retrasa, también lo hará el despliegue. Mientras tanto, las pandillas siguen ganando terreno y controlan cerca del 90 % de la capital, Puerto Príncipe”, subrayó.
El ex cónsul mencionó además que en Haití operan otros grupos armados no identificados formalmente, supuestamente contratados por la oficina del primer ministro. “Es un cuerpo de mercenarios sin misión clara ni marco legal definido. Esa situación debe aclararse si se quiere establecer una estrategia de seguridad coherente”, puntualizó.
Sobre la participación internacional, Paraison señaló que aún no existe confirmación oficial sobre los países que integrarán la misión. Explicó que Brasil y Canadá figuran entre las posibles naciones contribuyentes.
En el caso de Brasil, dijo que la población haitiana mantiene una afinidad cultural y social que haría más aceptable su presencia militar. Respecto a Canadá, destacó la influencia de la diáspora haitiana, integrada en sectores profesionales y políticos de ese país, aunque advirtió que esa cercanía no se traduce necesariamente en el envío de tropas.
Paraison consideró probable que parte del contingente inicial esté conformado por efectivos de la actual Misión de Seguridad Multinacional (MSS), ya desplegados en Haití. “Esos soldados ya conocen el terreno, y su experiencia podría facilitar la transición hacia la nueva operación”, explicó.
El ex diplomático insistió en que esta nueva fuerza no será una misión de paz tradicional, sino una de “supresión de grupos armados”, un término que generó debate dentro de la ONU.
“No se trata de interposición ni de mediación, sino de neutralizar estructuras criminales que no tienen cabida en un proceso político. El diálogo con las pandillas no es posible”, afirmó.
Paraison denunció además que el tráfico de armas hacia Haití proviene en gran medida de Estados Unidos, donde se comercializan y envían sin control.
Criticó que la comunidad internacional haya permitido durante años la consolidación de redes criminales con vínculos políticos, recordando que durante el gobierno de Michel Martelly “se institucionalizó la convivencia entre el poder político y el crimen organizado”.
También calificó de incoherente la actitud de la comunidad internacional, que aprueba resoluciones y compromisos financieros que luego no cumple.
“El fracaso de las misiones anteriores se debe precisamente a la falta de fondos y a la escasa voluntad de los países donantes. Se anuncia mucho, pero se ejecuta poco”, sostuvo.
El director de la Fundación Zilé insistió en que la crisis haitiana debe figurar como punto prioritario en la agenda de la Cumbre de las Américas, prevista para celebrarse en diciembre en Punta Cana.
“Haití representa la crisis más compleja del continente, donde confluyen violencia, pobreza extrema, migración y ausencia de Estado. Ignorarla sería una irresponsabilidad política regional”, afirmó.
Paraison concluyó que el país necesita una estrategia integral que combine seguridad, justicia y reconstrucción institucional.
“Podrán capturar a algunos líderes de pandillas, pero mientras el Estado siga sin autoridad, el caos continuará. Haití no necesita más discursos, necesita resultados y un compromiso real de la comunidad internacional”, enfatizó.