En sus días libres, Tony, un vigilante de 36 años, hurga en los botes de basura de una acaudalada zona de Caracas en busca de comida, en medio del colapso económico que ha dejado incluso a los trabajadores sin suficientes recursos para alimentarse.
“La huelo aquí (en la bolsa de basura) y si huele bien, me la llevo para la casa”, dijo Tony, quien no quiso dar su nombre completo, porque no desea que su esposa y cuatro hijos sepan la forma en la que ha llevado comida a la mesa por más de un año.
El hombre encuentra en los basureros pedazos de carne, queso y trozos de vegetales. “Lo lavo con vinagre, mucha agua, y cocino con cebolla y salsa”, comenta.
Las imágenes de venezolanos hurgando la basura se convirtieron en símbolos del colapso del país petrolero, marcado por la escasez de alimentos y medicinas, así como por una persistente hiperinflación.
Sin embargo, el tema recibió nuevamente atención luego de que el gobierno venezolano deportó al periodista mexicano Jorge Ramos, tras mostrarle al presidente Nicolás Maduro en una entrevista, un video en el que se ve a varios hombres comer de la basura.
Maduro, quien ha estado en el poder desde 2013 y fue reelegido el año pasado en unos cuestionados comicios, ha esquivado antes preguntas sobre el asunto indicando que es propaganda contra su gobierno, respaldada por Estados Unidos.
El mandatario socialista niega que haya una crisis humanitaria y dice que los gobiernos extranjeros buscan socavar su autoridad. El Ministerio de Comunicación no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
Aunque no es raro ver a pobres e indigentes vivir en las calles de las naciones más ricas del mundo, es poco común ver que personas con trabajos a tiempo completo dependan de la basura para mantener a sus familias.
La inflación de Venezuela el año pasado alcanzó dos millones por ciento y el sueldo mínimo es equivalente a unos 6 dólares, que alcanzan para comprar una bandeja de huevos.
Muchos venezolanos ahora dependen de las remesas de sus familiares, que se han unido a una ola migratoria de 3,4 millones de personas desde 2015, según estimaciones de Naciones Unidas, mientras otros dependen de los programas sociales del gobierno.
El líder opositor venezolano, Juan Guaidó, quien es reconocido por Estados Unidos y algunos países occidentales como presidente interino, encabezó el pasado fin de semana un intento de ingresar ayuda humanitaria al país, pero soldados bloquearon la entrada de los camiones en medio de violentos choques.
“Les tengo que enseñar a comer de todo”, dijo Estefani Quintero, de 35 años, sobre sus siete hijos, con quienes viaja por casi dos horas desde su vivienda en un suburbio de la capital, para escarbar en la basura.
“Claro que es el gobierno el que tiene la culpa(…). Antes comía de todo, desayuno, almuerzo y cena. Hasta botábamos la comida”, dijo la mujer, mientras se llevaba restos a la boca.