Dos gotas, una de anestesia y la otra de fluoresceína puso la oftalmóloga Gabriela Heredia en los ojos de Frella Palacios. Aquello lo hizo antes de usar un tonómetro para la prueba de fondo de ojo, que se realiza a fin de detectar el glaucoma.
La mujer, de 52 años, llegó al hospital Luis Vernaza con ardor en su ojo derecho y sentía picazón. En el examen, la especialista observó su presión óptima entre 12 y 20. En cuestión de cinco minutos se descartó el glaucoma.
Este examen se realiza en el hospital a fin de diagnosticar a tiempo una posible afección por glaucoma, catalogada como el enemigo silencioso de la vista. Esta semana justamente se recuerda esta enfermedad, para motivar la detección temprana entre la población.
El glaucoma, la segunda causa más común de ceguera, es una enfermedad que daña el nervio óptico del ojo, generando una disminución de la agudeza visual, que empieza en la periferia y va avanzando hasta generar una visión tubular. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mal afecta a 4,5 millones de personas a nivel global.
“Lamentablemente cuando el paciente se da cuenta el daño es irreversible”, dice la especialista que atiende 25 pacientes diagnosticados cada semana.
Por eso, la especialista pide tomar prevenciones con exámenes a quienes padecen factores de riesgos como personas que sean diabéticas, mayores de 40 años, miopía elevada, hipertensión, traumas oculares, con hipermetropía, o que tomen corticoides.