En la capital del Meta 400,000 personas lo escuchan en el sector de Catama
El papa Francisco arribó en la mañana de este viernes a un Villavicencio nublado, en la segunda escala nacional de la visita histórica que realiza a Colombia.
Varios niños, vestidos algunos con el traje típico de los Llanos Orientales, saludaron a Francisco y recibieron de él un rosario como presente. Un menor se acercó al Santo Padre y le regaló un poncho llanero, que el Papa no dudó en colocarse inmediatamente sobre su hombro derecho.
Posteriormente abordó un vehículo cerrado y comenzó a transitar por las calles de Villavicencio.
A su paso, los pobladores salían por montones a saludarlo, portando banderas de Colombia y el Vaticano. Nuevamente, como ya lo hizo en Bogotá el miércoles y el jueves, estremeció a miles de personas que lo recibieron con alegría y esperanza en su primer recorrido por las calles.
Una mujer que corría detrás del vehículo logró acercarse a la ventanilla del automóvil y entregarle un papel al Papa. Al llegar a la entrada de Catama el bajó del carro y abordó el papamóvil para realizar un circuito en un ambiente de fiesta, con música y cánticos del llano, entre los fieles que desde la noche del jueves llegaron para asistir a la segunda misa que dará en Colombia.
Ya en el recinto de Catama bendijo a varios niños que le acercaron sus padres y al detenerse el papamóvil la guardia indígena formada por miembros de comunidades indígenas venidas de diferentes partes de Colombia le formaron una calle de honor.
En uno de los momentos más emocionantes, el papa abrazó y besó a varios niños indígenas, recibió un collar de los indígenas y un sombrero que no dudó en ponerse. Enseguida caminó abrazado a dos indígenas adultos en dirección a la sacristía.
«Francisco, amigo, el llano está contigo», le gritaron 400 mil personas cuando subió al escenario desde el que preside la multidudinaria misa de campal.
En la misa, en un primer momento, realizó la beatificación del obispo de Arauca, monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, quien fue asesinado por el ELN en 1989, y el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, conocido como el ‘martir de Armero’, masacrado en ese municipio tolimense en medio de revueltas tras la muerte de Jorge Eliecer Gaitán en 1948.