Jorge Ebro/ elnuevoherald
Cada vez que el cuerpo le daba una mínima señal de recuperación en sus últimos meses de vida, Felo Ramírez insistía en un pedido a su sobrino Santiago Rodríguez: “tráeme el pantalón y los zapatos que nos vamos para el estadio”.
Felo, la legendaria voz de los Marlins y el béisbol en español, no pudo sentarse nunca más detrás de un micrófono en el parque, pero la banda sonora de su narración entró en la inmortalidad tras su deceso el pasado lunes, a los 94 años.
Bajo una intensa y constante lluvia, decenas de personas de esta Miami que tanto amara como su Bayamo natal pasaron para rendirle tributo y despedirse del legendario cubano, cuyo cuerpo fue expuesto en la funeraria Rivero de la Calle 8.
Personalidades y familiares de Felo Ramírez recuerdan al gran narrador cubano
El destacado periodista y comentarista René Giraldo y Santiago Rodríguez, sobrino de Felo, resaltan la vida del reconocido narrador de Bayamo.
David Santiago el Nuevo Herald
Todos llegaban con el rostro contraído por el dolor ante la imagen de un Felo tan bondadoso y sereno en su féretro, rodeado de banderas cubanas bordadas con flores y junto a su gorra preferida, aquella con el logo de las Grandes Ligas que solía llevar a todas partes.
Pero bastaba una anécdota de Felo para encontrar un rayo de alegría en medio de la tristeza, como la del inolvidable lanzador Camilo Pascual luego de lanzar una joya contra Puerto Rico en la Serie del Caribe de 1960.
“Creo que fue uno de mis mejores triunfos y al final Felo me pidió que fuera al palco de prensa”’, recordó Pascual, quien ganara 174 juegos en las Mayores. “Me entrevistó para toda Cuba y al final de la conversación me abrazó. Felo ya era un grande. Para mí ese abrazo resultó un tremendo premio”.
Algunos de los que pasaron a despedirse de Felo eran de la comunidad boricua en Miami, porque Felo había establecido su segunda casa en Puerto Rico y podía vérsele muchos domingos jugando dominó en la Casa Cuba de Isla Verde.
John Porto imita la descripción de un cuadrangular como si fuera del gran Felo Ramírez
John Porto, aficionado de los Marlins y seguidor de Felo Ramírez, le rinde homenaje durante los servicios fúnebres el 24 de Agosto del 2017.
David Santiago / Editado por Matias J. Ocner el Nuevo Herald
Puerto Rico era la base principal desde donde Felo se multiplicaba durante el invierno para narrar en el Caribe, lo mismo en Venezuela que Nicaragua o en la misma Isla del Encanto.
“Cuando yo era chico escuchaba a Felo junto a mi padre por la radio, jamás imaginé que luego el narraría parte de mi carrera profesional”, apuntó otro ilustre residente de Cooperstown como el propio Felo, Tany Pérez. “Como lo fue para él, Puerto Rico ha sido mi segunda casa. Estar junto a él allá era como estar más cerca de Cuba”.
Que Pérez, el corazón de la Gran Maquinaria Roja de Cincinnati, oyera a Felo en su radio infantil en una Cuba lejana en el tiempo, no es cosa de asombro, pero que un joven como John Porto llegara a amar su voz con pasión si es asunto de sorpresa.
Nacido en Miami y de apenas 18 años, Porto creció junto a su abuelo que no sabía casi nada de inglés, de modo que en su hogar, como en miles de esta ciudad, se ponía en cero el volumen de la televisión y se acrecentaba el sonido de la radio cuando jugaban los Marlins.
Una de las últimas entrevistas a Felo Ramírez realizada por el periodista de el Nuevo Herald Jorge Ebro.
Fotografías: Archivo del Nuevo Herald y Miami Herald
“Desde que tengo uso de razón escuchaba a Felo junto a mi abuelo y su voz se fue haciendo algo familiar, cercano”’, explicó el muchacho. “Hasta he hecho una imitación de algunas de sus narraciones, como la del jonrón… ‘y la bola, seeee llevo la cercaaaa…’ Algún día le contaré a mi hijo quién fue Felo Ramírez”.
Mitad por cuestiones de trabajo, mitad por un sentimiento de gremio, varios colegas de Felo pasaron delante de su cuerpo para darle el último adiós, aunque este viernes se espera el homenaje final con una comitiva que visitará el restaurante Versailles y el estadio de los Marlins en horas de la mañana antes de la celebración de una misa en la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en el Doral, abierta al público.
“Imagínate que podamos decir que tuvimos la dicha de compartir y conocer a Felo Ramírez”’, apuntó el comentarista René Giraldo, de Telemundo. “¡Qué clase de regalo nos estaba dando la vida! Felo es inigualable, aquel que ha querido imitarlo, ha fracasado”.
Quizá nadie haya tenido una visión tan íntima y final de Felo como su sobrino Santiago, quien disfrutó a plenitud de un tío especial, que iba por la vida de cariño en cariño, sin recordarle a nadie que existía una placa con su rostro en el Templo de la Fama del Béisbol.
Por el paso del tiempo y la pérdida de potencia en la voz, Felo le hablaba bajito de sus historias de pelotero, de su vida en Cuba y Bayamo, de una experiencia vital que nunca más volvería, y l sobrino apenas captaba el 90 por ciento de sus palabras.
“¿Tú entendiste?”’, le preguntaba a modo de seguridad Felo. “Claro, tío”.
“Dios me dio la oportunidad de estar con él hasta lo último y eso lo agradeceré siempre”’, recalcó Santiago. “El nunca quiso irse de Cuba, la amaba. Siempre guardó la esperanza de algún momento narrar un juego de pelota en Cuba libre. Y no se le dio”.
Dos personas observan en un monitor imágenes del reconocido periodista Felo Ramírez en la Funeraria Caballero Rivero Woodlawn en la Pequeña Habana, el 24 de agosto del 2017. Roberto Koltun rkoltun@miamiherald.com