Remedio o droga: el cannabis «terapéutico» causa debate en Sudáfrica

La posesión, el cultivo y el consumo de marihuana, incluso en cantidades pequeñas, están prohibidos en Sudáfrica y pueden ser castigados con penas de prisión.

«Después de operarse los pies, los analgésicos no le hacían ningún efecto. No dejaba de gritar. En el momento en el que dejé caer una gota de aceite de cannabis en su lengua, se calmó».

Desde hace varios meses, Susanne (nombre ficticio) le da un nuevo tratamiento a su hijo de siete años, afectado por el síndrome de Costello, una enfermedad rara que provoca malformaciones físicas y retraso intelectual.

El debate sobre la legislación del cannabis está servido en Sudáfrica, donde un tribunal de la provincia de Cabo Occidental (sur) consideró, a finales de marzo, que su criminalización era inconstitucional. El Parlamento sudafricano tiene dos años para decidir si adapta o no la legislación.

Susanne, una joven madre soltera, y sus familiares están convencidos de su utilidad, tras comprobar el efecto del cannabis en la salud del pequeño. Según ellos, tras un mes de tratamiento, «era capaz de jugar solo y ya no molestaba más a los otros niños de la escuela».

Cuando Susanne escuchó hablar del cannabis «terapéutico» por primera vez, manifestó un profundo escepticismo. «Eso me hace reír», explica, «pensaba que la gente fumaba únicamente para colocarse».
Pero sus prejuicios quedaron en nada cuando se cruzó con Gerd Baer, un ferviente defensor de los beneficios de la «dagga», el apodo que se le da a esa planta en Sudáfrica.

Gerd Baer sufre esclerosis múltiple y utiliza el aceite de cannabis para aliviar sus dolores. Le aconsejó a Susanne que hiciera lo mismo con su hijo.

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