La Globalizaciónse ve como un fenómeno de reflujo, donde lo bueno y lo malo se multiplican y llegan hasta los rincones más apartados del mundo.
Las noticias de estos días impresionan y atemorizan. Por ejemplo, en un titular publicado en este multimedios se lee el siguiente : Alarma en RD tipo sicariato al estilo mexicano.
Para quienes han estado al tanto de lo que tiene lugar en la hermana tierra azteca, resulta una verdadera preocupación que las modalidades de violencia que vive esa nación sean traspoladas con tal intensidad a la República Dominicana.
Otra nota informativa refiere que “los cadáveres de dos personas encontradas decapitadas en la carretera Palenque-San Cristóbal- Carretera Nizao autopista Sánchez, fueron identificadas (…) en el Instituto de Patología Forense, informó la Policía Nacional”.
De manera que, tal y como se explica en el texto, la decapitación de estos dos jóvenes en San Cristóbal, el asesinato de cinco personas en la autopista Duarte el mes pasado, junto a otros hechos delictivos de estos días, han ocasionado “gran alarma en diversos sectores de la sociedad que entienden que en la República Dominicana se estaría levantando una nueva forma de crimen por encargo o sicariato, que hasta el momento sólo se conocía en México.…”
Todo esto sin mencionar las muertes de mujeres a manos de sus parejas y la agresión a periodistas, que merecen por sí solos comentarios aparte.
El país padece uno de los males mayores que afecta a la humanidad: una violencia, desmedida, irracional, cotidiana. Junto al narcotráfico y otros actos corruptos, la delincuencia campea por su respeto, emplea nuevas modalidades y nadie anda seguro.
Siguen sin cumplirse las recomendaciones del informe titulado: Crimen, violencia y desarrollo: tendencias, costos y opciones de políticas públicas en el Caribe, publicado por el Banco Mundial y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Aún no se ven resultados, ni se ha visto una mayor inversión en la educación y en los sistemas de información para formular políticas que logren reducir la criminalidad.
Si una vez el mundo, en su mayoría, aplaudió el inevitable avance de la globalización como necesaria interacción de culturas y artes, ahora habrá que preguntarse si fue un camino amplio para globalizar esta violencia que avanza y mata.