Te Quiero Mucho

Para el 2010 tenía un proyecto fotográfico por desarrollar por lo cual fui a la frontera con Haití a finales del 2009 para investigar. Fui con dos amigos a varios pueblos de Elías Piña. Empezamos el recorrido en Comendador y seguimos por Bánica y Pedro Santana. Tenía un buen contacto dominicano en esa provincia que conocía a gente que me podía ayudar de este lado de la frontera, pero del otro lado no tenía a nadie.

En Boca de Bánica cruzamos el río Artibonito en una canoa para llegar al mercado en Haití. No, no era una yola, era una canoa. Y hasta tenía matrícula. En el mercado investigué un poco pero me di cuenta que en ese pueblo no iba a encontrar mi historia, así que volvimos a pagar los RD$10 del pasaje en canoa y nos devolvimos. Donde enseguida entendí que estaba lo que buscaba fue en la agradable y silenciosa comunidad de Los Cacaos.

Llegamos a Los Cacaos y en el caliente y seco paisaje el único sonido que se escuchaba entre las lomas era el de los rezos en la iglesia de la comunidad. Es uno de esos lugares que te dan mucha paz y tienen "buena energía," y sus habitantes también. Y ahí, en la misma línea fronteriza, apareció Tidè, mi ángel haitiano. Me acerqué a él y enseguida le pregunté si hablaba español. (Tomé clases de creole pero sólo sé formular unas cuantas oraciones, y entenderlo cuando me hablan ya es otra historia.) Le expliqué mi proyecto y lo que estaba buscando en su comunidad. Me respondió alegremente y me llevó donde tres familias que él pensaba me podían ayudar. Se autodesignó el rol de mi guía personal y traductor sin pedir nada a cambio y siempre con una sonrisa en la cara. Cuando llegamos donde la tercera familia ya ni le tenía que explicar lo que yo quería que les dijera, él mismo le daba play a su discurso. Intercambiamos teléfonos para seguir en contacto cuando tomara forma el proyecto. Esa noche, de vuelta al hotel en Elías Piña, uno de mis amigos recibió una llamada. Era Tidè muy contento y confirmando que tenía el número correcto. Se despidió afectuosamente. Unos días más tarde, como a las 6 de la mañana, recibí una llamada de un número desconocido. Respondí entre dormida y despierta e intentando descifrar lo que me decía la persona que estaba al otro lado del teléfono. Tidè. Sólo quería saludar. "¿Cuándo tú vuelve? Tú me cae bien." Quedamos en vernos pronto y al despedirnos me dijo, "te quiero mucho." Me reí, me tomó por sorpresa. Me imaginé su cara con su sonrisa tan blanca y me sonreí por igual. "¡Yo también!" Esa misma semana mi amigo me dijo que había recibido otra llamada de Tidè. "¿Y qué te dijo?" le pregunté. "Pues para saber cuándo vamos y que nos quiere mucho." Unas cuantas llamadas más nos llegaron en ese mes. A mí me alegraba el día ver un número desconocido en la pantalla de mi celular y al responder escuchar una voz animada con acento haitiano. Antes de colgar, ya sonreída de antemano, estaba atenta al cierre tan esperado: "Te quiero mucho." "Yo también te quiero mucho Tidè." www.unadominicanarubia.com

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