Justificaciones y disgregaciones no ayudan

Entre las voces que cuestionan el sistema educativo dominicano está la del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez quien asegura que para aumentar la calidad en la educación pública es necesario invertir más recursos en ella.

Las opiniones deambulan por ambos extremos, cuando en realidad debían marchar unidas, sobre todo en este, que es uno de los temas más llevados y traídos en el país.

No podemos llamarnos a engaños, los cuestionamientos dirigidos a mejorar esta herramienta fundamental del desarrollo coinciden en el punto ineludible de la inversión y la República Dominicana arrastra con ese problema desde hace lustros.

La solución no está en justificar los adelantos técnicos y avances en los estudios superiores y primarios. Que los Compromisos del Milenio no se puedan cumplir en el sector educacional, no se debe sólo a la dispersión de los recursos del Ministerio de Educación y a los denominados “sesgos políticos”. Tan sólo hay que recorrer las diferentes escuelas del país, para notar, como ha publicado este multimedios, las condiciones paupérrimas en que reciben la docencia miles y miles de estudiantes.

Pero, todavía hay otros miles de menores en el país que están en peores circunstancias, al encontrarse fuera del sistema educativo, según resultados de estudios que plantean que el 9.7% de los niños y adolescentes con edades comprendidas entre 10 y 17 años de edad realizan algún tipo de trabajo, amén de la violencia física y mental de que son objeto.

Especialistas en el tema refieren su inquietud por la baja calidad de la instrucción con que llegan los estudiantes a los niveles superiores, lo cual pone a la luz deficiencias básicas que debieron ser resueltas desde mucho antes.

Recursos materiales y humanos, dedicación desde las esferas más poderosas del Gobierno y mucho más, requiere el presente y futuro de la Educación en la República Dominicana. Todavía se habla de “cruzada”, para reavivar el sector: acciones y resultados darán resultados, no justificaciones y disgregaciones, que en nada ayudan.

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