Todo parece indicar que Danilo Medina, el posible candidato presidencial del PLD, será llamado "Primer Hombre de la República". Las cosas que apuntan en esa dirección no tienen nada que ver con la correcta estrategia desarrollada por el aspirante presidencial peledeísta, cuyo gran mérito, hasta ahora, ha sido el poder y saber soportar las más perversas provocaciones.
Tampoco tiene que ver con el hecho de que los consejeros del candidato presidencial prerredeísta hayan logrado tranquilizar al corcoveador mulo, pues hasta los que privamos de poseer aire elitista e intelectual nos agrada ver cuando el mulo tira las alganas al suelo y emprende la huída sin montura, loma a dentro.
La derrota del mulo prerredeísta podría venir del hecho de que ha conseguido como aliado al que llevó ante el congelador a Miguel Vargas Mal Donado: Andy-el funesto-D. Nunca nadie que lo haya tenido como aliado ha podido conseguir la victoria.
Conocí al funesto D, en los primeros meses del 1996. Yo era el asistente del presidente Leonel Fernández y el funesto D llegó a trabajar en el programa de gobierno que impulsaría la primera administración peledeísta. Cuando lo vi mi alma recibió el impacto de quien se encuentra con el Lucifer de las derrotas, ese diablo que en vez de gozar ganando, goza perdiendo, siempre apuesta a perder.
Mientras el funesto D estuvo con el PLD no fuimos capaces de cosechar una victoria: perdimos las elecciones del 98 y perdimos la del 2000. El funesto D mudó su asesoría para donde Hipólito y allí se desataron los demonios. Lo abandonó en medio de un charco de sangre y montó sus aparejos en un potro bien domable, un Mal Donado que había cultivado su esencia en seguir ciento por ciento el consejo de los asesores, sobre todo cuando son de los llamados línea dura, los que no creen en compañerismo, sino "el conmigo o como enemigo".
A pesar de la enorme fortuna invertida por Mal Donado, volando con aves de su mismo plumaje, como Pacheco boca de urnas, el funesto D lo llevó a la derrota, muy vergonzosa, pues en un mes Hipólito se fue del 4 al 53. Y como es su costumbre dejó a Mal Donado flotando en un charco de sangre derramada.
Ya el funesto D, mostrando una increíble armonía con los vencedores, aparece ahora como alguien que tiene a Hipólito amarrado con la soga transmisora mediante la cual le ordenará cuándo contestar y cuándo callarse. Cuando venga la derrota los analistas dirán que se debió a los ataques gubernamentales, sobre todo a los lanzados por la banda Castillo: Vincho y Vinicio, pero yo sé que la verdadera causa es el placer por la derrota que regocija a los nuevos aliados de Hipólito.