Nueva York.- Las mujeres epilépticas son más propensas a tener complicaciones en el embarazo, informó un equipo de la Universidad de Bergen, Noruega, que también informó que los riesgos asociados están «asociados con el uso de fármacos antiepilépticos en la gestación».
Las mujeres con epilepsia, un trastorno cerebral que causa convulsiones, enfrentan decisiones muy difíciles sobre cómo manejar la enfermedad durante el embarazo. Para evitar las convulsiones, los médicos suelen indicarles no suspender los antiepilépticos.
El equipo comparó las historias clínicas de los embarazos de casi 200 mujeres con epilepsia con las de un grupo de mujeres sin la enfermedad (grupo control).
En general, las mujeres epilépticas eran 2 veces más propensas que el grupo control a tener preeclampsia (hipertensión y acumulación de proteína en orina) y 4 veces más propensas a desarrollar una forma grave de esa enfermedad gestacional.
Tenían también más riesgo de sufrir sangrado vaginal al inicio del embarazo (3,8 veces más propensas que el grupo control), de necesitar cesárea o trabajo de parto inducido (1,8 veces más), de tener un parto prematuro (casi 6 veces más) y de tener un bebé con malformaciones (6,5 veces más).
Cuando el equipo analizó los riesgos del embarazo sólo en el grupo con epilepsia, las mujeres que no estaban tomando los antiepilépticos tuvieron un nivel de riesgo similar de tener sangrados y un parto inducido o por cesárea que las mujeres sin epilepsia.
Entre las mujeres que estaban tomando los fármacos se mantenía ese mayor riesgo de sufrir todas las complicaciones.
Casi el 8 por ciento de las usuarias de antiepilépticos tenían preeclampsia grave, a diferencia de menos del 3 por ciento de las mujeres epilépticas que no tomaban la medicina.
Tenían también 2 veces más riesgo de tener un parto inducido y una cesárea de emergencia que las mujeres epilépticas que no usaban los medicamentos.
El estudio no prueba que esos fármacos causen las complicaciones y los resultados tampoco quieren decir que las mujeres epilépticas deberían suspender el tratamiento durante el embarazo, aclaró la autora principal del estudio, doctora Ingrid Borthen.