Trípoli.- El autonombrado Consejo Nacional de Transición (CNT) proclamó hoy en Benghazi la «liberación» de Libia al dar por concluida la sublevación contra Muamar El Gadafi, que fue alentada y apoyada militarmente por la OTAN.
Miles de personas se concentraron en la denominada Plaza de los Mártires de Benghazi, cuna de la insurrección que estalló el 17 de febrero pasado, junto con la plana mayor del CNT, encabezada por el exministro de Justicia de El Gadafi, Mustafa Abdul Jalil.
«Declaramos a todo el mundo que hemos liberado nuestro amado país con sus ciudades, aldeas, colinas, montañas, desiertos y cielos», afirmó un funcionario al abrir la ceremonia caracterizada por gran fanfarria, disparos al aire y sobrevuelo de helicópteros militares.
Al ensalzar el alzamiento que puso fin a 42 años de gobierno de El Gadafi, la retahíla de oradores que se dirigió a la multitud se vanaglorió del respaldo recibido de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) durante siete meses de bombardeos devastadores.
El jefe del CNT, Mustafa Abdul Jalil, señaló que la llamada revolución inició de forma pacífica pero derivó en violencia, y agradeció a la ONU, la Unión Europea, la Liga Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica y, obviamente, la OTAN el apoyo a los alzados.
Jalil, cuyo discurso fue seguido en Trípoli y el resto del país, agradeció a los sectores sociales que apoyaron la insurrección y perfiló las tareas que asumirá el aún inacabado gobierno interino.
Reiteró que la Sharia o Ley Islámica será la principal fuente de derecho de la que describió como «nueva Libia» y por lo mismo -advirtió- «cualquier normativa que contradiga los principios islámicos será suspendida legalmente».
Por otro lado, señaló que de modo excepcional serán promovidos civiles y militares que combatieron contra el Ejército legítimo de El Gadafi, y pidió a los libios «seguir la senda correcta».
Aunque no aludió a la vejatoria exhibición a que es sometido en Misratah el cadáver del exlíder libio, ejecutado el jueves, Jalil invocó el Islam para aconsejar al auditorio «perdón, tolerancia y reconciliación necesarios para el progreso» y «rechazar divisiones».
De igual modo, pidió «recurrir a la justicia y no tomar la justicia por sus propias manos», pese a que el CNT consideró «razonable» el linchamiento extrajudicial del exmandatario libio y uno de sus hijos.
Libia, donde analistas ironizan con el término de «involucramiento internacional» en el conflicto que emplea el CNT y la clara «interferencia occidental», presenta hondas divisiones tribales, polarización social y política, y desarticulación institucional.
Además, otro de los peligros para cualquier intento de armonía y estabilidad es el elevado número de armas en manos de civiles y exmilitares, muchas facilitadas por potencias de la OTAN durante los más de ocho meses de beligerancia.
