Don Quijote: Vigencia de los consejos

No obstante el tiempo transcurrido desde que Miguel Cervantes Saavedra desarrolló la gran labor literaria expresada en su obra «Don Quijote de la Mancha», esta ingeniosa creación del espíritu sigue teniendo cierta vigencia para la convivencia humana, digamos que hasta para los tiempos actuales y futuros en lo que respecta a la conducción del aparato público.

Don Quijote siempre actuó consciente de las debilidades cognitivas de su escudero y quiso que éste las entendiera, es así que le dice: «Tú, como para mí, sin duda alguna, eres un porro sin madrugar, ni trasnocharte, con sólo el aliento que te ha tocado de la ardiente caballería, sin más ni más, te ves gobernador de una isla, como quien no dice nada. Te digo esto, Sancho, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recibida, sino que de gracias al cielo que dispone sabiamente las cosas y luego las darás a la grandeza de la caballería andante».

La advertencia anterior, según Cervantes, la dio Don Quijote a Sancho, tomándole de la mano y llevándolo a su aposento, en el Castillo de los Duques y en ella se insiste en la necesidad de que su ayudante entendiera, no solo sus limitaciones, sino, también, el origen del poder adquirido, así como el manejo de ese poder en base a la humildad en lo que sería su alta función en la isla Barataria. Luego de dar el consejo anterior, Hidalgo de La Mancha le recalca.

«Haz gala de la función de la humildad de tu linaje y no te avergüences de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te corres, nadie se pondrá a correrte. Préciate de ser humilde, virtuoso, que pecador soberbio».

En otra parte de los consejos, el Quijote dice a Sancho: «Mira, Sancho, si tomas por medio a la virtud y te precisas de hacer hechos virtuosos no hay por que tener envidia a los que tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se adquiere”.

Sobre la posibilidad de que el escudero con cargo de Gobernador se manejará de manera arrogante frente a sus familiares”. El Quijote señaló: «si acaso viniere a verte cuando estés en tu isla, algún pariente no le desprecies, ni le enfrentes; al contrario, te haz de acoger a agasajar y regalar». Con cuanta exactitud le va este consejo al conjunto de engreidos y desleales con sus parientes y amigos, mismos que entienden haber llegado de otras latitudes y para aquellos con los cuales se criaron y crecieron en todos los sentidos, solo pretenderian usar aquella frase celebre segun la cual, si te he visto no me acuerdo.

En relación a su mujer, el Quijote aconsejaba a Sancho en el orden siguiente; «Si trajeras a tu mujer contigo, enséñala, adoctrínala y desbástala de su natural rudeza, porque todo lo que suele adquirir un Gobernador discreto suele perder una mujer su rudeza».
Con respecto a lo que debe ser el manejo del Gobernante frente a sus compatriotas, el Quijote refiere: «Hallen en ti más compasión informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas de los ricos que entre los sollozos e importunidades de los pobres».

En lo que sería la función judicial del Gobierno de Sancho, el Quijote dice: «Cuando tuviere que ejercer la equidad, no cargues todo el peso de la ley al delincuente; que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo». Y agregaba: «Si acaso doblares la vara de la justicia, que no sea con el peso de la dádiva, sino el de la misericordia».
Al mismo respecto, en relación a los juicios contra adversarios decía: «Cuando te sucediere juzgar a algún enemigo tuyo, aparta las mentes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso».

Si alguna mujer hermosa viniera a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos y considera despacio la sustancia de lo que te pide, si no quieres que se aniegue tu corazón en su llanto y tu bondad en sus suspiros».

En los consejos, el Quijote se refería, además, a la humildad o trato prudente con el cual debe manejarse el justiciero, al señalar: «Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio». Para agregar: «Al culpado que cayere bajo tu jurisdicción, considérale hombre miserable, muéstrate piadoso, clemente, porque aunque los atributos de Dios son todos iguales, más resplandece el de la misericordia que el de la justicia».

Los consejos señalados en párrafos anteriores eran parte del conjunto de reglas que Don Quijote daba a Sancho para el gobierno de Barataria y en ellos no sólo habló de justicia, o de aquellos que purgan penas; sino tambien que hizo importantes referencias, a lo que debe ser el celo o vigilancia que debe tener el gobernante frente a los comerciantes que controlan la balanza para cometer fraude con la cantidad de mercancías vendidas. Esto último muy presente entre los comerciantes dominicanos y extranjeros que venden mercancias y son ellos los que establecen las medidas o tamaño. Los casos de fraudes son recurrentes en la mayoria de los bienes del mercado y constituyen una expresion de ausencia de autoridad para imponer las reglas de la oferta y la demanda.

Gran parte de los consejos de referencia tienden a tener validez en los momentos actuales, la más elemental comparación lleva a comprobar lo dicho por aquel ingenioso hace cientos de años; bien podría servirnos como guía para lograr una sociedad basada en el progreso y fundamentalmente en la equidad, esto así, aunque parezca Quijotesco.

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