La Habana.- Por razones, históricas, geográficas, religiosas, culturales, deportivas o gastronómicas, entre otras, hay lugares en el mundo que son visitados por millones de personas al año. Las cataratas del Niágara, una de las principales atracciones turísticas a nivel mundial, se encuentran entre este grupo.
Esas cataratas, del río Niágara -de ahí viene su nombre-, dejan pasar el agua de los Grandes Lagos, en la frontera entre los Estados Unidos y Canadá, situándose a unos 236 metros sobre el nivel del mar y con una caída aproximada de 52 metros.
De hecho son tres cataratas: la que se encuentra en la parte canadiense, en Ontario; la que corresponde a la parte estadounidense, en el Estado de Nueva York, y la más pequeña conocida por muchos como Velo de Novia.
Es un lugar de turismo que comparten dos ciudades con el mismo nombre, «Niagara Falls», una en el Estado de Nueva York, Estados Unidos y la otra en Ontario, Canadá.
La primera descripción escrita por un europeo se le atribuye a Samuel de Champlain en 1604, al incluirlas en su diario de viaje, aunque nunca las visitó sino reflejó la información por referencias recibidas de miembros de su expedición.
Convertidas en atracción turística de importancia a mitad del siglo XIX, dieron lugar a la construcción de un puente para peatones en 1848 y posteriormente el de la Suspensión, edificado por Charles Ellet, el cual diera paso a otro con el mismo nombre pero construido por John A. Roebling en 1855.
El primer puente de acero cercano a las cataratas, conocido como Whirlpool Rapids Bridge, fue terminado en 1897 permitiendo el paso entre Estados Unidos y Canadá por debajo de las cataratas. En 1941 se concluyó el Rainbow Bridge, que facilita el tránsito de peatones y vehículos.
Sin embargo, esta atracción comenzó a tener el boom turístico del cual disfruta hoy en día al terminar la Primera Guerra Mundial, ya que en ese momento el automóvil tenía determinado desarrollo y facilitaba el acceso al lugar.
DISÍMILES EMISIONES POSTALES
Entre las disímiles emisiones postales de diferentes países que reflejan esta maravilla de la naturaleza sobresalen las que hicieran Estados Unidos y Canadá en 1922 y 1935, respectivamente.
Cuba, por su parte, tuvo en el poeta y patriota José María Heredia (1803-1839) a un decidido admirador de dichas cataratas, a las cuales dedicó uno de sus principales poemas, la «Oda al Niágara». En la emisión especial por la muerte de tan destacada personalidad de la cultura cubana, en 1940, el valor de 10 centavos, de los dos valores que la componen, muestra al poeta con las cataratas como fondo.
Gracias a esos pequeños pedazos de papel engomado, si dejan correr la imaginación podrán sentir el rugir del agua cuando cae y hasta mojarse con la fina lluvia que esta provoca.
*Mérito Filatélico de la Federación Filatélica Cubana y colaborador de Prensa Latina.