La Habana.- La economía mundial, sometida a situaciones cíclicas de crisis, se enfrenta a la progresiva destrucción de su potencial humano por el impacto a largo plazo de la malnutrición que afecta el desarrollo de las nuevas generaciones.
Los reportes de la Organización No Gubernamental Save The Children dan cuenta de la magnitud real del problema, al advertir que la crisis alimentaria amenaza las vidas de 450 millones de niños en todo el mundo durante los próximos 15 años
Precisamente, esa es la cantidad de infantes en peligro de sufrir retrasos del desarrollo físico y mental si persisten las dificultades para una correcta nutrición.
Sin dudas, esa coyuntura compromete el futuro de las nuevas generaciones debido a un flagelo cuya solución marcha a un ritmo más lento que el necesario para su erradicación.
El problema va mas allá de la propia producción de alimentos, pues en el planeta se aprecia un incremento en la obtención de esos insumos.
En ese sentido, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación reveló que en la actualidad las disponibilidades de comida para cada persona son superiores en el 40 por ciento a las existentes en 1945.
Sin embargo, directivos de la entidad admitieron que ese comportamiento está lejos de reflejarse en una distribución equitativa, lo cual se evidencia con casi mil millones de personas mal nutridas, en tanto la obesidad y el sobrepeso afectan a similar cifra.
También cabe mencionar el mal aprovechamiento de los recursos existentes, pues se derrocha cada año cerca del 30 por ciento de los mil 300 millones de toneladas de alimentos que se producen.
Frente a ello, 300 menores fallecen por hora debido a la malnutrición, la cual es además una causa subyacente de más de un tercio de todas las muertes infantiles cada año (2,6 millones).
Los daños también son irreversibles para los que sobreviven, pues la falta de alimentos nutritivos, junto con las infecciones y enfermedades, se refleja en el desarrollo inadecuado de los organismos humanos.
Save The Children admitió que debido a esos motivos, al menos 170 millones de niños padecen retraso del crecimiento.
El problema también impacta a las propias economías, pues los costos provocados por la malnutrición representan entre el dos y tres por ciento del Producto Interno Bruto para los países en desarrollo.
Por solo citar un ejemplo, la organización mencionó el caso de la deficiencia de yodo, la cual afecta al 30 por ciento de los escolares en los países en desarrollo y está relacionada con una pérdida de entre 10 y 15 puntos del coeficiente intelectual.
Como contraparte, los expertos destacaron la existencia de mecanismos para combatir el flagelo, entre ellos el empleo de suplementos nutricionales y el impulso de hábitos saludables como el lavado de manos o la lactancia materna.
Los expertos ratificaron que la asignación de recursos a programas de nutrición equivale a invertir en el futuro de un país, pues ello se refleja en comunidades más fuertes, con poblaciones más sanas, inteligentes y productivas.
Respecto a las acciones concretas, ya desde el 2008 la publicación especializada The Lancet mencionó al menos 13 intervenciones directas capaces de minimizar el impacto de la malnutrición.
Entre ellas destacan el empleo de suplementos de vitaminas, sal yodada y prácticas de alimentación complementaria, las cuales podrían prevenir la muerte de casi dos millones de menores de cinco años, así como un considerable número de enfermedades.
Para lograr ese objetivo deben concentrarse en la población infantil de los 36 países donde vive el 90 por ciento de los niños que sufren malnutrición.
Las necesidades financieras con vistas a implementar las citadas intervenciones sugeridas por The Lancet es de unos 10 mil millones de dólares cada año.
Los datos del Banco Mundial dan cuenta que con un costo per capita de un dólar anual más de cuatro mil millones de personas se beneficiarían con el consumo de trigo enriquecido, hierro, alimentación complementaria y micronutrientes en polvo.
Unido a ello, Save The Children defendió el compromiso político para solucionar el problema, en un escenario donde los líderes mundiales reconozcan «el papel clave de la nutrición a la hora de salvar vidas infantiles».
Para ese propósito se requieren los esfuerzos conjuntos de las naciones pobres, instituciones multilaterales y los países ricos que dedican escasos recursos a ese tema.
