Cuando en 1942 Juan Bosch (1909–2001), escribió sobre Nicolás Guillén que era un hombre de lealtad poco común y que a través suyo su pueblo cantaba y bailaba, resultaba ser una correcta valoración de aquel dominicano, quien antes de llegar a Cuba el 27 de enero de 1939, había sido fundador del Grupo Literario Las Cuevas, en medio de la dictadura trujillista. Por ello, no resulta extraño que cuando Bosch arribó al puerto habanero manifestó su deseo de entrevistarse, casi de inmediato, con dos intelectuales cubanos: Nicolás Guillén y Raúl Roa García.
Parece ser que Guillén tuvo las primeras noticias sobre Juan Bosch a través de la carta que le remitiera el dominicano Pedro Henríquez Ureña, destacado poeta, ensayista, lingüista y profesor, con fecha 20 de septiembre de 1932, en que le informa al autor de “Sóngoro Cosongo” que el cuentista Juan Bosch era el último acontecimiento en el campo de la literatura dominicana.
La aseveración de Bosch –intelectual de gran vocación caribeña–, de que “Nicolás Guillén era Cuba expresándose en verso…”, fue tan certera como real, y sobre el cual diagnosticó que “en el mundo interior de Guillén no hay nada que no sea angustiosamente nacional y popular”.
Al consultar algunas cartas intercambiadas entre esos dos grandes de la literatura latinoamericana y caribeña, se reafirma el grado de amistad que desarrollaron, hasta ser de carácter familiar.
Sin lugar a dudas, la posibilidad que tuvo Bosch de estudiar y convivir activamente en el seno de la sociedad cubana, durante 19 años, lo llevó a penetrarla, con suma profundidad, gracias a su ilimitada preparación cultural y política. Como ha referido el doctor Armando Hart, Bosch vivió en Cuba, se sintió cubano, y fue un entrañable compañero de los revolucionarios más consecuentes, llegando a ser la expresión más alta del luchador político con visión cultural.
Ciertamente, Bosch se adelantó a muchos intelectuales, inclusive cubanos de la hornada de los años 1940, cuando tempranamente llamó a Nicolás Guillén “el poeta de su pueblo”, quien por ese año ya había publicado Motivos de Son, West Indies LTD, Canciones para soldados y Turistas, y otros títulos.
La intensa relación amistosa e intelectual entre Guillén y Bosch, se complementó con fuertes vínculos con la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), presidida por el primero desde su fundación en 1961.
Fue común que Bosch participara en algunos de los Congresos de dicha institución como invitado especial. Así sucedió en el III Congreso celebrado entre el 6 y el 8 de julio de 1982, evento que coincidió con el 80 cumpleaños de Guillén, y con el lamentable fallecimiento de Raúl Roa García, reconocido por los cubanos como el Canciller de la Dignidad, por sus grandes batallas en diferentes escenarios internacionales en defensa de la Revolución cubana.
Indiscutiblemente, a la gran amistad a que hacemos referencia entre nuestro Poeta Nacional Nicolás Guillén y Juan Bosch, se debe añadir a Roa, a quien el ensayista e historiador dominicano había admirado, desde su juventud al leer el prólogo que el intelectual cubano hiciera a la obra “La pupila insomne”, con fecha 15 de enero de 1936 y que redactara en Tampa, Estados Unidos.
De la confianza que Bosch y Roa desarrollaron existe una anécdota que data del año 1947. En aquella oportunidad, Bosch le comunicó a Roa que estaba escribiendo un libro que posteriormente tendría como título “Judas Iscariote, el Calumniado”. La respuesta del ya prestigioso intelectual cubano fue tan rápida como simpática. “Sí, escríbelo, que la familia de Judas te lo va a agradecer mucho”.
Impactado por la muerte de Roa, ocurrida el día 6 de julio, el expresidente de la República Dominicana y Premio Nacional de Literatura en su país, declaró: “Raúl Roa queda en la historia de Cuba para ejemplo de las generaciones venideras de lo que es un intelectual luchador por la independencia de su país para la dignidad de toda América. La muerte de Raúl Roa es un golpe doloroso para sus amigos que lo quisimos y tratamos durante años..”. “Imposible es silenciar su nombre cuando se hable de las letras cubanas”, sentenció.
El III Congreso de la UNEAC culminó 48 horas después del fallecimiento de Roa. Lo más seguro, es que en el abrazo de hermano que dio Bosch a Guillén por su onomástico, se sintiera como presente el de Roa, el incorruptible y leal amigo de ambos.
A Bosch, quien tuvo a Cuba como su segunda patria, lo recordamos también como el autor de la novela El oro y la paz, Cuba, la isla fascinante, De Cristóbal Colón a Fidel Castro y de muchas otras obras. Había nacido el 30 de junio de 1909 y falleció el 1 de noviembre del 2001.
