Siria: entre el terror y la esperanza del fin del conflicto

Damasco.- Lejos de lograr la caída del presidente Bashar Al Assad, el conflicto promovido por potencias occidentales y naciones del Medio Oriente solo ha incrementado la muerte de miles de ciudadanos y la destrucción de la infraestructura en Siria.

Como saldo negativo se constata también una exacerbación del extremismo religioso, en una nación que se reconocía como una de las más tolerantes e inclusivas de la región.

Siria atestiguó en los últimos 12 meses la multiplicación de los actos terroristas a manos de los grupos opositores al gobierno.

Según analistas, la imposibilidad de derrotar a las fuerzas armadas mediante una guerra frontal, a pesar del moderno armamento que reciben desde países como Turquía, Arabia Saudita y Catar, hace que los insurgentes tomen como blanco a las poblaciones civiles, las mismas que alegan representar en su lucha.

El año que concluye fue marcadamente sangriento, si se cuenta la cantidad y letalidad de los ataques con morteros de los insurgentes, así como de los artefactos explosivos y coches bomba que han detonado en la capital y otras partes del país.

Uno de los hechos más extremos ocurrió el 28 de noviembre en Jaramana, localidad a unos seis kilómetros de Damasco, cuando un doble atentado con coches bomba dejó más de 50 muertos y decenas de heridos, además de la destrucción de autos y edificaciones en la zona.

Los opositores armados también atacaron con artefactos dinamiteros instituciones y zonas civiles como ministerios, sedes de publicaciones, panaderías, comercios, escuelas e incluso medios de transporte, con el saldo de gran cantidad de fallecidos, entre ellos niños y mujeres.

Llama la atención que la mayoría de los más recientes hechos sucedieron en barrios o zonas de mayoría cristiana, drusa, ismaelita y alauita, grupos minoritarios que apoyan al gobierno.

Asimismo se registraron saqueos y destrucción de iglesias y lugares de culto de dichas confesiones, lo que enciende las alarmas sobre el componente fundamentalista que subyace en la ideología de algunos de los grupos armados.

Tales fenómenos apuntan a una estrategia de provocar en los ciudadanos una reacción adversa al Ejecutivo, ante la percepción del estado de inseguridad, terror y calamidad que pretenden generar los irregulares.

El arzobispo de Alepo, Monseñor Jean-Clément Jeanbart, advirtió meses atrás que si el presidente Al Assad cayera sobrevendría un empeoramiento de la situación no solo para los cristianos, sino para todos los sirios.

Puso como ejemplo los casos de Egipto, Túnez y Libia, donde revueltas y cambios violentos del orden institucional dentro del contexto de la llamada Primavera Árabe, llevó al poder a grupos fanáticos y fundamentalistas, subrayó.

La mayoría de los ataques terroristas en el país se los adjudicó Yabhat Nusrat -el llamado Frente de Al Nusra-, brazo de la red Al Qaeda en territorio sirio, elemento que complejiza el panorama de las corrientes opositoras en el país al implementar el terror como forma de alcanzar los objetivos políticos.

Estados Unidos incluyó al ente días atrás dentro del listado de organizaciones terroristas sujetas a sanciones por parte de la administración. Sin embargo, comentaristas políticos subrayan que ello constituye un signo de hipocresía política por parte de Washington, porque a la misma vez tolera y financia a la oposición armada contra Al Assad, dentro de la cual militan los de Al Nusra.

Esta y otras organizaciones integradas por salafistas y takfiríes -corrientes radicales extremas del sunismo-, inmersas en el conflicto, propugnan la creación de un estado islámico, sobre la base de las más ortodoxas normas del Islam. Un comentario del analista francés Thierry Meyssan refleja cómo en la norteña ciudad de Alepo, los extremistas han ensayado lo que sería un futuro Estado dirigido por ellos, donde las mujeres, por ejemplo, deberían andar cubiertas de manera permanente y tendrían prohibido hasta conducir un automóvil.

No obstante, existe un sector de la oposición interna que no comulga con tales prácticas y aboga por un diálogo directo con el gobierno, enfocado en lograr una solución negociada al conflicto que sacude a la nación desde hace más de 20 meses.

El presidente del opositor Frente Popular para el Cambio y la Liberación en Siria, Qadri Jamil, afirmó que la única vía de salir de la crisis en el país es el diálogo pacífico de todas las fuerzas nacionales, sin previas condiciones.

Por otra parte, el líder opositor calificó a la Coalición Nacional de las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (Cnfros) de «grupo débil» y «desarticulado».

Debe recordarse que esta Coalición nació el 11 de noviembre, en Doha, Catar, y se autodenominó como «única representante legítima» del pueblo sirio, reconocida hasta ahora por los gobiernos de Francia, Gran Bretaña, Turquía, naciones árabes y más recientemente, de Estados Unidos.

El gobierno sirio, por su parte, sostiene una continua ofensiva contra los insurgentes y mercenarios a lo largo del territorio nacional, a fin de evitar que controlen una parte del territorio y con ellos, soliciten una intervención armada en su apoyo.

Hace pocas semanas, el ejército frustró los planes de los insurgentes de apoderarse del Aeropuerto Internacional de Damasco y bases aéreas militares, lo cual hubiese abierto las puertas de un ataque a gran escala contra la capital.

Una fuente del Ministerio de Defensa aseguró a Prensa Latina que los armados podrían ser liquidados en cuestión de semanas, tal vez meses, si potencias occidentales y regionales detuvieran el abierto e interminable envío de armas, municiones y avituallamientos hacia ellos.

Tales objetivos se alcanzarían, además, si las autoridades decidieran utilizar todo el potencial de sus fuerzas armadas, algo que se ha evitado por el elevado costo en vidas que conllevaría, teniendo en cuenta que los irregulares han hecho de los barrios sus focos de operaciones, agregó.

A pesar de los reclamos para la búsqueda de una solución negociada a nivel internacional, el conflicto en Siria apunta a seguir ardiendo al menos en el corto plazo y a seguir robando vidas, muchas más de las 40 mil que ya cobró la confrontación.

Quienes critican «el baño de sangre» que tiene lugar cada día en Siria y responsabilizan al mandatario y las fuerzas armadas de los actos de violencia, insuflan a su vez cada vez más leña a la confrontación mediante provocaciones, propagación de noticias falsas y financiamiento a efectivos de otros países para ir a combatir.

La aprobación para instalar misiles Patriot en la frontera turco-siria, la supuesta tenencia y uso de armas químicas por parte de Damasco, la introducción de mercenarios por las porosas e incustodiables fronteras, así lo corroboran.

Si bien el ambiente en Damasco contradice el escenario de caos y destrucción que pintan algunas agencias y medios noticiosos, los precios de casi todos los productos se han incrementado significativamente, entre ellos el diesel y el gas.

De igual manera comienzan a percibirse desabastecimientos en algunos comercios y se observan largas colas, sobre todo frente a los establecimientos donde se expende el pan, vital alimento dentro de la dieta diaria de los sirios.

Ello refleja el impacto real que tienen los ataques armados a la infraestructura económica de la nación -termoeléctricas, plantas de gas, panaderías-, y las sanciones impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones de la región.

Pareciera que se intenta ahogar a la nación del Medio Oriente o bien mediante la violencia y el terror, o a través del hambre y la desaparición de servicios vitales.

El gobierno ha reiterado, no obstante, que continuará fortaleciendo el sector defensivo, no cejará en su empeño de frustrar la conspiración internacional contra el país, continuará brindando ayuda humanitaria a las familias afectadas por la guerra y proseguirá con los planes socioeconómicos previstos.

Pobladores del barrio residencial de Al Mezzeh confiaron a Prensa Latina su esperanza de que en 2013 se pueda vislumbrar la luz al final del túnel, que les permita hallar el camino de la reconciliación y volver a convivir de manera pacífica.

*Corresponsal de Prensa Latina en Siria

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